-Esta tarde presenta en La República de las Letras (19 horas) el libro ‘Estrategias para la calidad y la regeneración de la democracia’ del que es uno de los editores. ¿La democracia realmente se puede regenerar?

-Sí, se puede regenerar y se debe, como prometieron hace poco los líderes de la llamada nueva política.

-El aire fresco de la nueva política ha durado muy poco.

-Ha sido una regeneración frustrada, por eso sigue siendo una tarea pendiente, máxime después de las cuatro convocatorias de elecciones que hemos vivido y que han dejado un panorama en el que la gobernabilidad después de cada elección parece más difícil, con gobiernos más inestables.

-¿La democracia está enferma?

-Yo no diría enferma, pero sí que tenemos un problema de parálisis, de bloqueo muy grave que exige que los políticos se centren en la responsabilidad de este momento histórico con el fin de llegar a acuerdos y gobernar para acometer de forma urgente las políticas necesarias que requiere el país, que son, para empezar, la elaboración de unos presupuestos generales y la búsqueda de consensos amplios en temas como sanidad, educación, pensiones…, además de impulsar medidas para combatir la corrupción y generar una cultura democrática.

-La promesa de regeneración acabó cuando los que la prometían saltaron a la política, ¿qué ha fallado?

-A Ciudadanos y a Podemos, que fueron los que más hablaron de regeneración, cada uno con su lenguaje, les ha podido el peso de las instituciones, el preocuparse por las estrategias, por el número de parlamentarios, por estar o no estar, por el poder, en definitiva. Se han olvidado de la regeneración democrática en pro de la lucha política y de su estabilidad.

-¿Qué recetas plantean en el libro para hacerla efectiva?

-Este libro hace es un diagnóstico a partir del trabajo de un conjunto de autores, profesores de distintas universidades españolas y una latinoamericana, dirigido a un público informado e interesado en la política para abrir el debate público y aportar ideas sobre lo que llamamos regeneración.

Al hilo de este concepto, uno de los autores plantea, por ejemplo, la necesidad de fijar mecanismos para garantizar la separación clara entre política y Administración, así como la aprobación de leyes de transparencia, buen gobierno y gobierno abierto que se apliquen y no queden en mera fachada y el desarrollo de una cultura de la legalidad que se funde en el respeto a las leyes vigentes. Señala también que hay que suprimir los privilegios injustificados de la clase política respecto a las remuneraciones o al aforamiento, para eliminar la sensación de impunidad en la ciudadanía.

-Otra de las cuestiones que aborda es el cambio del modelo de liderazgo en un contexto en el que muchos piensan que los políticos no les representan. ¿Cómo gestionar esto desde la democracia?

-La cuestión del liderazgo está presente en el libro, creemos que es necesario forjar liderazgos más cercanos, y más convincentes. La crisis del liderazgo político tiene que ver con el hecho de haber apartado a los líderes públicos del ámbito ciudadano, de modo que la solución pasa porque vuelvan a ser uno más.

-El lunes dimitió un líder político tras el batacazo electoral, toda una sorpresa. ¿Ese nuevo líder debe ser más autocrítico también?

-Me da la sensación de que los políticos, desde la moción de censura y la sentencia al PP, tienen una sensibilidad diferente porque saben que los ciudadanos sí castigan electoralmente las conductas inapropiadas.

-¿Los resultados del 10-N los interpreta como un castigo?

-Más que un castigo, son el reflejo del hartazgo de la gente, del cansancio por la repetición de elecciones, por esta italianización de la vida española a la que no estábamos acostumbrados, y sobre todo por la incapacidad de los políticos para formar gobierno, pese a que había opciones numéricas. En el caso de Ciudadanos, sus electores han castigado los cambios de opinión pese al acierto de la formación en otras cosas.

-¿Qué pronóstico hace de futuro?

-Lo único que nos da esperanza de que esta vez se pueda formar gobierno es que a todos los partidos que son susceptibles de negociar les une que no quieren repetir las elecciones. El único escenario que tienen, que es muy difícil, es un gobierno que sume todas las opciones posibles y conseguir en la segunda vuelta una mayoría simple. En política, nada es imposible. Espero que los políticos hayan aprendido la lección.