Pese al título de su más reciente sencillo, el ya exitoso Perdiendo la cabeza junto a Becky G y Pedro Capó, el mexicano Carlos Rivera lucha por mantener los principios que lo han guiado desde sus inicios, lo que incluye preservar su esfera de privacidad más allá de lo que quiere revelar en sus canciones. «Hoy los artistas raros somos los que no subimos fotos más personales o íntimas (a redes), ya sean de nuestras parejas o familias. Yo eso me lo guardo para mí», defiende el músico en una charla en una de sus muchas idas y venidas transocénicas a Madrid, donde actualmente graba el programa de televisión La Voz.

La conversación surge en coincidencia con los rumores de los que su figura es presa en los últimos días, muy a su pesar. «Yo intento mantenerme al margen y he aprendido que es mejor para mí. He preferido darle peso a mi carrera, que bastante esfuerzo me ha costado, y no que se especule con que si quiero tener hijos», señala. «No he abierto esa puerta. Respeto a quienes lo hacen, pero creo que se debe respetar a los que no. Quien me quiera conocer, que lo haga por mis canciones», insiste quien se convirtió con su último disco de estudio, Guerra (2018), en el artista que más discos vendió en su México natal, amén de número 1 en países como España.

Haciendo caso omiso al acoso o atención de la prensa rosa, Rivera (Huamantla, 1096) anticipa que, de cara al que será su sexto disco de estudio, «ya para 2021», no cejará en su empeño de seguir quitándose capas. «Para mis próximas canciones me estoy yendo a escarbar un poco más dentro de mí. Como artista es complicado mostrar todos tus sentimientos, he intentado hacerlo, pero cuanto más avanzas y más experiencias acumulas, empiezas a cerrarte y a confiar menos», reconoce sobre esa lucha interna.

El empeño de Rivera en seguir su propia dirección ya se hizo patente con Guerra, un disco lleno de baladas y grabado en los estudios británicos de Abbey Road junto a la London Symphonic Orchestra, «algo completamente musical y orgánico cuando hoy todo se hace por computadoras». «Defendí que esto era como quien pierde la fe y vuelve a la iglesia a intentar recuperarla. Siento que en la música pasaba eso, que se había perdido el rumbo. Si escuchas un bajo en un disco, esperas que al otro lado haya un bajista, pero ya no es así. Y yo quise rescatar esa parte, por eso me fui al templo de la música, al Vaticano de los estudios», justifica.

A punto de ponerle el punto final al ciclo de vida del álbum, del que próximamente editará el concierto en vivo que grabó en Buenos Aires ante 15.000 personas, Rivera ha querido ponerle «una guinda» de otro color más vivo con Perdiendo la cabeza, en el que colabora con Becky G y Pedro Capó, ídolos del género urbano latino. «No considero que esta sea una canción urbana, aunque tenga el ritmo del dembow, pues para mí estos son los sonidos del pop actual», defiende frente a modas el que fue coautor de la pieza junto a los colombianos Cali y El Dandee.

Tras unas 150 actuaciones y más de 400.000 entradas vendidas, Rivera pondrá el broche definitivo a Guerra este verano en España, donde ofrecerá conciertos dentro del Festival de Pedralbes (Barcelona, 12 de julio), Concert Music Festival (Chiclana, Cádiz, 26 de julio), Universal Music Festival (Teatro Real de Madrid, 27 de julio) y Starlite Festival (Málaga, ya en agosto). Fue en este país donde dio uno de sus primeros pasos hacia el estrellato, cuando se convirtió en el primer actor que dio vida a Simba en el musical de El Rey León, antes de repetir el mismo papel tiempo más tarde en su país.

«Sin duda volvería a hacer musicales. Es algo que me encanta y gran parte de lo que me trajo hasta aquí. De hecho, ha habido un par de propuestas para Broadway que no se concretaron por mi agenda, porque estaba de gira todo el tiempo», revela el mexicano.