Tras su radiografía sobre la crisis del periodismo en televisión en El día que nos quitaron el mando, Víctor López propone la cura en Manu Leguineche. El jefe de la Tribu, la primera biografía escrita sobre el corresponsal. El autor coruñés, que trabajó durante años en los informativos de Antena 3, ahonda en su pluma y su vida a través de más de 70 entrevistas con las que se encuentra actualmente trabajando en un documental.

-Leguineche es de primero de periodismo.

-¿Se estudia en la carrera? Me alegra, porque no en todas las facultades se trata la figura de Manu como debería. A muchos becarios les preguntaba si les sonaba Leguineche y la mayoría no tenía la menor idea.

-Aun así, ¿no sorprende que la suya sea la primera biografía?

-Manu era tan humilde y alejado de los focos que no lo hubiese permitido. Pero yo estaba escribiendo un ensayo sobre la situación del periodismo y entrevisté a gente bastante reputada que me acababa siempre remitiendo a él. Me entusiasmó mucho su discurso y ese fue el germen que me llevó a hacer la biografía como un homenaje a su figura.

-Su libro habla de la ética y pasión que exhibía en el oficio. ¿Se puede aplicar también a su vida personal?

-Sí, sin duda. Su obra y su vida están muy unidas. Yo siempre resalto su coherencia. Le ofrecieron dirigir grandes medios de comunicación, pero él renunció porque sabía que eso limitaría su libertad a la hora de informar. Era un tipo muy reputado, pero con quien realmente era feliz era con la gente sencilla. De la tribu de los corresponsales de guerra se le acabó bautizando como jefe por su experiencia y generosidad.

-Sin embargo, hablaba de los reporteros de esa tribu como dipsómanos, divorciados y deprimidos…

-Sí, él decía que eso era una ocurrencia un tanto absurda, pero que en el fondo algo de eso había. Creo que muchos de ellos coincidían en una infancia complicada y esa necesidad de huir para encontrarse a sí mismos. Manu buscó esa huida hacia delante, porque vivió una época de España muy gris en el franquismo, y se convirtió en el primer gran periodista internacional.

-¿Tiene herederos ese título de jefe?

-Sí, . Hay gente joven que está tomando su testigo, pero cada vez es más complicado.

-Hoy todo se mide en likes…

-Ahora mismo las reglas del juego han cambiado. Y Manu lo sabía. Él decía que la tecnología había enfriado el periodismo. Parece que las noticias ahora llegan a la redacción en lugar de que sea el redactor el que salga a buscarlas. Prima más la forma que el fondo. Leguineche se sentiría raro con el estado del oficio.

-En ‘La voz más alta’, sobre la Fox, se afirma que de lo que se trata ahora es de adivinar lo que aguarda el público.

-Claro. Como se está informando ahora mismo es perjudicial. De todos modos, el viejo periodismo volverá a ser necesario. Si no, volveremos a estar en manos de la política y de la empresa.

-¿Usted se ha topado con la encrucijada como reportero?

-Trabajaba en informativos y me sentía tan desencantado que me acerqué a estas figuras para buscar el aliento. Pero si el camino no es el que te gusta, tienes que buscar alternativas.

-¿El futuro del periodismo camina hacia ese emprendimiento?

-Yo creo que sí. Desde luego, los medios están cambiando mucho. No sé cómo se va a revertir la situación, pero yo no soy derrotista. La biografía está escrita con la esperanza de volver a situar el oficio donde tiene que estar, que es con la ética y el rigor.