-Reniega de los libros de autoayuda, pero su libro no deja de ser un manual que pretende enseñarnos a ser felices a través de ciertos postulados filosóficos. ¿Por qué es diferente?

-Es diferente porque no existe a día de hoy un manual sobre pensamiento crítico que tenga una definición pragmática. Estuve seis meses investigando y hay muchos libros de análisis académicos sobre pensamiento crítico, pero no hay análisis sobre la realidad de la aplicación de ese pensamiento. Me propuse hacer un libro que ayudase a la gente a enfrentarse a problemas a través de un análisis filosófico sobre la ansiedad, el éxito, la posverdad… citando la actualidad que nos rodea, como las redes sociales. Para mí es un libro distinto.

-La Federación del Gremio de Editores de España en 2017 estimó que menos del 60% de la ciudadanía lee en su tiempo de ocio, muy por debajo de nuestros vecinos europeos. ¿Cómo acercar un libro de filosofía a un perfil lector tan difícil?

-En primer lugar, necesito los medios, pero también es verdad que hasta ahora casi todo lo que he conseguido ha sido gracias al boca a boca, y la manera más directa de acercarme ha sido llevando la filosofía a la vida de la gente, y no la vida a la filosofía. Muchos colegas han publicado libros elitistas intelectualmente para consumo de un gremio de filósofos académicos; se ha olvidado la parte básica de la filosofía, que era la que tenían Platón y Sócrates cuando estaban en el ágora y hablaban con el zapatero o el carnicero, y analizaban sus vidas. En el libro los acercas diciéndoles, haciéndoles observar millones de detalles de su vida bajo un prisma sencillo, con un vocabulario básico. Mi obsesión es aproximar la filosofía a la gente.

-En el libro, idea el concepto de ‘higiene mental preventiva’. ¿A qué hace referencia?

-Es esa capacidad de crearte desde pequeño el aparato crítico. La sociedad ha logrado ya una salud preventiva; hemos conseguido mentalizarnos de que la salud biológica se puede prever y curar. El segundo paso es crear la higiene mental; dar las herramientas para que cuando el mundo empiece a entrar por todos lados a tu alrededor, tengas el pensamiento crítico elaborado para analizar todos esos datos y te construyas. Así, el daño emocional será menor, y la toma de decisiones, más fundamentada.

-La filosofía ha sido defenestrada de la educación pública y erradicada de la selectividad. ¿Está condenada a desaparecer del mapa académico? ¿Es irrecuperable para el ciudadano?

-No la veo condenada del todo. La filosofía va a ser, al final, una necesidad. La sociedad va a empezar a demandarla. Esa demanda no comenzará por los políticos, pero si los planes de estudios no la recuperan a corto plazo, a medio sí lo harán. Es muy difícil eliminar definitivamente la filosofía, entre otras cosas porque creo que políticamente es un paso descabellado.

-Su tesis doctoral giró en torno al hiperindividualismo. Si desvinculados y sin cohesión social somos más vulnerables, ¿por qué se nos incita a la competencia desde casi todos los ámbitos? ¿Existen alternativas a los criterios impuestos?

-La creatividad se potencia desde todos lados, solo que si la gente no usa el pensamiento crítico usará su capacidad de crear para trabajar y producir más. La economía colaborativa es una alternativa al sistema. La tendencia al hiperindivualismo es indiscutible, pero no hay que ser tan catastrofistas, ahora somos más solidarios como nunca en la historia.

-¿Cuál es su próxima meta?

-Un método de pensamiento crítico práctico; un proyecto conjunto con compañeros de Primaria y siete colegios. Y más adelante, un ensayo sobre el mundo del trabajo y las enfermedades filosóficas actuales.