El saxofonista y flautista madrileño Jorge Pardo, pionero en el encuentro del flamenco con el jazz, estrena el proyecto Trance en el 39 Festival de Jazz de Terrassa (viernes, Nova Jazz Cava).

-¿Qué es Trance?

-Hace ya más de dos años una productora francesa me propuso hacerme una película, que se estrenará este año. En el documental yo me encuentro con muchos músicos por todo el mundo, y todos ellos de alguna manera forman parte de Trance. Así que Trance es una banda virtual, entre comillas. Porque está la música, la idea, pero los músicos son flotantes.

-¿Cada nuevo proyecto es un reto artístico distinto o la novedad continua es una exigencia del mercado?

-Yo entiendo el arte como un constante recrearse. Hago muchos proyectos y muchos más que haría si tuviera dinero para ponerlos en pie. Es una exigencia personal, no del mercado, porque el mercado precisamente lo que me dice es «joder, Jorge. ¿Por qué no sigues con eso, que estaba funcionando bien?».

-Anda siempre buscándose la vida. ¿Si pudiera, viviría de otra manera?

-Gracias a que no tengo dinero y tengo que buscarme la vida para conseguirlo sigo trabajando en lo que me gusta. Porque si tuviera dinero es probable que como persona medio inteligente que me considero, estuviera rascándome las narices todo el día.

-Cuenta que trabaja siguiendo el método «del intercambio gitano»: yo te doy un poco de mi tiempo y tú un poco del tuyo.

-No es un método exactamente, ni una propuesta ideológica, es una manera de seguir adelante un día más. No voy a llorar ahora, yo he hecho trabajos para las multinacionales y para quien me lo pida. Pero no me detengo si no hay encargos. ¿Y cómo se produce sin dinero? Pues estableciendo alianzas profesionales y humanas que por otro lado son muy satisfactorias. Es como ha funcionado siempre el mundo.

-Quien siempre creyó en usted fue Mario Pacheco (1950-2010), productor de la discográfica Nuevos Medios y protagonista del documental ‘Relevando a Mario’ (estreno en el festival In-Edit 2020).

-Pues le voy a rectificar: creo que Mario Pacheco tenía confianza en sí mismo, en su propia visión. Vio algo interesante en un montón de artistas que entonces éramos muy jóvenes y se puso a trabajar con nosotros.

-¿Qué les dice a los que vienen detrás de usted?

-Como docente le pregunto al tipo que me está escuchando si realmente ve algo dentro de sí mismo. Le pregunto si tiene huevos de hacerlo, si tiene el coraje de defender su idea en contra de lo que puedan opinar sus colegas más cercanos o la sociedad. Para mí ese afrontar es el afrontar de mi vida. Si eres artista hay que tocar afinado y a compás, pero ya lo siguiente es tocar lo tuyo.

-¿Para quienes no han crecido con el flamenco en su día a día, ese compás sigue siendo un misterio indescifrable?

-Le voy a destruir ese mito. Yo estoy dentro pero no soy de cuna flamenca. Soy payo, de Madrid y encima toco la flauta. Ni canto, ni bailo, ni toco la guitarra. Y sin embargo, mi amor por esta música y las casualidades de la vida me han puesto en ciertos sitios, aunque haya tardado unos cuantos años. Es como el swing. Darle al platito de la batería puede ser muy fácil pero hacer que una banda camine con eso es muy difícil, y con el flamenco pasa lo mismo. Son cosas que en cinco minutos cualquier músico las entiende. ¡Pero luego hazlo! Que suene del carajo y que enamores a la gente. Eso ya es más difícil.

-¿La clave es enamorar, pues?

-Pienso que el artista tiene la obligación de hacerse entender. De hacer el máximo esfuerzo para que de la gilipollez total que se te ha ocurrido esta mañana, se enamore alguien más.