Y no por la inocentada, que nos las están dando mayúscula, digo en general. Ya saben. Por que siempre pierden los más débiles, esos niños sobre todo, que en cualquier lugar del mundo aguantan tanto los pobres. ¡Ay si ellos pudieran hacer! Pero hoy mismo, sin tener que esperar a mañana, la revolución inmediata como en aquella película inolvidable, de Chicho Ibáñez Serrador, que no lo dejamos descansar en paz, aunque se diga eso siempre, cuando se da un pésame, por que cada día en La 1 y en La 2 siguen dando su obra irrepetible , para felicitarnos las Pascuas..

Aunque las pascuas ya las tenemos en muchas cositas, claro, pero no por eso, aunque ya nos despidamos en este perol de hoy hasta el año que viene, acudamos a lo que siempre se dice con el dicho de aquel viejo cuento: «Madrecita, que me quede como estoy», que creo que, a veces, me repito mas que la morcilla mala, y que ya se lo vengo diciendo. Menos mal que siempre hay buenas urdimbres para este perol de hoy...

Como ese gesto de nuestro Pepe Reina, que es un rey en lo suyo, en parar balones y en dar todo lo que tenga encima, y si no, pues se lo inventa; rey mago en pantalón corto, que está regalando balones, que llevan su firma, a los niños que más lo están necesitando.

Aplauso y vuelta al ruedo, mi querido capitán de los buenos sentimientos. O esa cantaora de Huelva que ha puesto en el aire un disco, que da gloria escucharlo, con los mejores villancicos. Yo, que la conocí en el AVE, y le di dos buenos besos, de eso me enorgullezco hoy, y, por cierto, que no quiero olvidarlo. Me mandan un tuit de esos en el que me dicen: «Parece que a usted le gusta para este tiempo la música de la zambomba». Vale, pues a ver si se hace usted de una que el barro sea de La Rambla. Mañana, si es que alguien me lleva en brazos o empujando la sillita.

El fútbolista Pepe Reina; el cantante Plácido Domingo; el realizador de televisión Chicho Ibáñez Serrador, y El Pele, cantaor flamenco. GETTY IMAGES / FRANCISCO GONZÁLEZ / JAVIER DEL REAL

Rosa Luque, mi inolvidable compañera, me decía el otro día por teléfono que no sabía que yo ya tenía que pedir ayuda al Atendo, que se encarga de recoger mis huesos mortales, cuando llego y cuando salgo en el AVE, por que ¡el camino es tan largo!

Igual es por que ya soy viejo, y la edad es la que manda en los huesos.

Claro que, observen la coincidencia, resulta que don José Luis Perales ha ajustado en su gira española el paso por nuestra Córdoba, ese 11 de setiembre, que es cuando cumplo los ochenta y seis. A ver si estoy reciclado para esa fecha y me acerco. Y me gusta reseñar, y al que no le guste lo siento, el que Plácido Domingo cante a primeros de año en Úbeda, que está tan cerca de Córdoba. Yo recuerdo bien aquel día, hace ya muchos años, en que cantó -yo estaba allí, en aquel restaurante ruso- con Julio Iglesias en un programa de Valerio Lazarov, al que ahora imitan tanto, y Julio se sintió humillado, porque cuando Plácido levantaba la voz, temblaban los cristales de las lámparas venecianas que colgaban del techo.

¡Tiempos aquellos! Estoy lleno de recuerdos hasta la boca y de sabores también, que el día de Nochebuena mi hijo Tico trajo a casa de los viejos un guiso de rabo de toro, i-nol-vi-da-ble, que había hecho su esposa, Carmen, de raíz cordobesa, que se casó con mi niño, en el Alcázar de los Reyes Cristianos de nuestra ciudad. Aquella noche irrepetible, que todavía me recuerda, cuando nos vemos, Ana Rosa, que fue testigo de aquello.

Y siempre, no se cómo me apaño que hay «una lágrima cayó en la arena», en este caso nunca mejor dicho, en la arena de la plaza de toros, claro, porque Pepe Toscano ha cerrado su revista Toreros, que ha sacado adelante milagrosamente, claro, mes a mes, durante, leo, casi treinta años. Reciba esta abrazo maestro, y mis muchas gracias más grandes, por tantas veces como me hizo aparecer en ella, más que como torero, como amigo, compadre, de toreros. Si hay que hacerle homenaje, que lo merece, intentaré estar, como debe ser, como persona agradecida que soy.

He visto en la tele Córdoba en National Geographic, cosa única sin duda,.

Y felicidades al maestro El Pele, por esa medalla merecida y por fin otorgada. La merece nuestra leyenda, viva, del que el otro día escuché un villancico, que aun siendo el eterno, lo decía, lo cantaba mejor que nadie en el mundo, como el violín de Paco Montalvo sonó la otra noche en el Palacio de Congresos de Granada, mi tierra, ya saben, y que sonó a gloria bendita.

Feliz año, cordobeses, el que viene; y al que se fue, buenas noches, con sus luces y sus sombras, que aún tengo sin abrir, para dejarlo en el hueso, que, dado su tamaño, de Los Pedroches claro, habrá que guardar como si fuera una escultura de Aurelio Teno, mi viejo genio, al que tanto echo de menos.