Todo el mundo dice, aunque los toros no le gusten: ¡Es la hora de la verdad! Que no es, por cierto, solo a las cinco de la tarde, sino a cualquier hora del día o de la noche incluso, que también, porque es más que «una hora taurina», hora de mucha decisión, de mucho valor incluso. Porque siendo en lo taurino, insisto, «la hora de matar», puede ser la de morir incluso. Y perdonen por el prólogo, o lo que sea, pero es que estamos ya mismo en la Semana Santa y Córdoba en eso es de las primeras. Sí señor, con la de Sevilla, la de Granada y la de Zamora incluso, que servidor las ha vivido, con los de las capas de Aluche que son pesadas y de mucho abrigo.

Y es que estoy atravesando eso que se llama el desierto solemne, de «solo decir las verdades», harto como estoy dada mi edad de las mentiras. Vamos a ver, recuerdo a mi amigo el director de cine Manuel Summers, con el que hice tantas cosas, buena gente, genial, que en paz descanse, que un día se levantó de la cama me llamó por teléfono y me confesó:

-Voy hoy a no decir más que la verdad, te contaré cómo me ha ido.

-Si sobrevives Manolo, si sobrevives.

-Igual me convierto en mártir, pero ya te contaré mañana.

--Y si no me llamas, ¿dónde te encuentro?

--En la cárcel o en la morgue.

Éramos andaluces totales, él de Huelva y yo ya saben de dónde. Como si fuera de Córdoba, aunque de Granada que siempre digo lo mismo. Granada es mi mujer y Córdoba, mi quería. Y ustedes me perdonan por la confesión. Bueno, pues al día siguiente me volvió a llamar más temprano, casi al alba. Por cierto, que Luis Eduardo Aute ya ha vuelto del hospital donde estaba desde hace tiempo y ya se mueve hasta en una silla de ruedas. A veces hay una buena noticia y me dijo el director de cine que me estaba pintando sentado en una silla y tocando la guitarra.

-He sobrevivido, pero a poco me matan no creas. A una fea le dije guapa, y almorzando en un sitio fino, al vino que me ofrecieron, dije que era una mierda. Y a un poeta que me invitó a la presentación de su libro, y en medio del recital me levanté de la silla y dije en alta voz: «Eres buen amigo mío, pero perdona que te diga que tus versos son una mierda...».

-Así que lo dicho, tampoco debes ir por ahí gritando las cuatro verdades, porque la verdad tiene nombre de mujer, pero también la mentira...

-Por eso verdades solo hoy que es el Día de la Mujer, o por lo menos que debe ser todavía, porque no sé qué sería de Córdoba sin las mujeres cordobesas, poetas grandes, grandísimas, de las mejores que hay en el momento poético. Por ejemplo, la poeta del dolor, a la que acaban de darle el premio merecido y con la que yo hablé en su día. Eso sí, preguntar. ¿Qué es lo que está pintando la pintora de Montilla, que ya tiene estudio, y silencio, cerca de Las Tendillas? Como la buena nueva, de que a Finito de Córdoba lo podré ver si quiero en la Feria de San Isidro. Aunque está la triste nueva, también de toreros, de Padilla, que se corta la coleta, dice, en las mismas fechas y en Madrid. Me emociono viendo en el cuaderno en blanco y negro a Fleming el día que visitó Córdoba. Como un santo, como un héroe. Les puedo decir ahora la verdad grandísima de que muchos toreros de Córdoba llevaban en la galería del ‘altarillo’ que les acompaña la foto de Fleming, aquel de la penicilina gracias a la cual muchos de ellos sobrevivieron de su tarea diaria.

Decir también quiero, aunque vuelvo a insistir, que no soy socialista ni nada de nadie, aquello de que me gusta mucho que Susana sea nuestra presidenta, al menos por ser de donde es, claro, pero además porque dice la verdad, tanto en las palabras como en los silencios...

Que me gustó mucho el programa especial desde Córdoba de Carlos Herrera. Lleno de cordobesía, que puede ser un palabro distinto. Y de paso también decirles quiero, que me agradó más todavía su ex esposa, Mariló Montero, que ha vuelto, sin irse, y que dicho sea de paso, y de poso, está más guapa que nunca.

Me cuentan que como le gusta mucho escribir y además lo hace muy bien, está reuniendo en un libro cosas que aún no ha contado. Es una navarrica recriada en el sur que dice siempre la verdad. Así que ahora a ver lo que guarda en su ordenador, que me entero es «fascinante».

Bueno, pues que llueve, sigue lloviendo, y Sierra Morena, la nuestra, está cada día más de moda. ¡Quién fuera bandolero de la palabra en ese paisaje! Sigo buscando. Lo hago público para general conocimiento. Como se dice en los solemnes escritos de la justicia, «la verdad sea dicha», como dice la frase tan nuestra.