Enganches El de la Rubita, SL es una empresa sevillana, ubicada en Olivares, dedicada a la fabricación y restauración de carruajes, considerada como una de las más prestigiosa de Europa en la faceta de restauración. Esta empresa familiar está formada por cuatro hermanos y dirigida por el primogénito: Fernando Marín González. Hoy, Fernando imparte una conferencia en el Oratorio San Felipe Neri, dentro de los actos de la Exposición de Carruajes Antiguos organizada por la Subdelegación de Defensa de Córdoba y el Club de Carruajes de Tradición.

-Lo de ustedes es una tarea compleja. Habrán de documentarse y conseguir materiales idénticos a los de la época en la que se construyeron.

-Sí, es una tarea difícil, laboriosa y también apasionante, que requiere de su estudio antes de comenzar a trabajar en los coches, para conseguir hacerlos renacer con sus mismas características y funcionalidades. Somos fieles a los cánones de la carrocería hipomóvil de antaño, respetamos al máximo todos sus materiales y buscamos los necesarios para sus acabados, tarea difícil y complicada.

-¿Por qué dedicarse a este oficio, compendio de oficios distintos?

-Cuando finalizamos un carruaje es como si diéramos luz a esa obra de arte, damos una nueva vida a una obra para que vuelva a ser utilizada, y cuando la vemos enganchada nos sentimos orgullosos de verla en movimiento. Nos mueve la afición más que el interés económico, y para ello desarrollamos diferentes oficios y trabajamos con variedad de materiales: hierro, madera, cuero, tejido, pintura.

- ¿Por qué nace El de la Rubita?

-Fue mi padre, cuyo apodo es evidente (hijo de mi abuela La Rubita) quien comenzó con el negocio, fruto de un encargo de un carruaje. Mi padre, herrero, realizó aquel carruaje con tal calidad que nuevos encargos transformaron su negocio hacia los vehículos de tracción animal. Con la ayuda de sus cuatro hijos, reconvertimos la fabricación en restauración, un mundo más artesanal e ilusionante.

-¿Tanto éxito tienen sus restauraciones en Europa?

-Restauramos para enganchar, no solo para exponer en salas y museos, y ello es lo atractivo para el aficionado: enganchar, pero manteniendo la esencia del carruaje en todas sus características. Nos mueve gran pasión por recuperar los viejos carruajes, de ahí el interés por nuestros trabajos, apreciados en países europeos y americanos.

-En Córdoba existe un gran número de carruajes ¿cómo valora el nivel con respecto España?

- Un notable sería una buena calificación, y todo apunta a que en próximos años el sobresaliente está por llegar. La afición cordobesa es cada vez más consciente de la importancia del coche de tradición clásico, del carruaje antiguo bien restaurado y conservado, un patrimonio artísticamente muy valorado como elemento de promoción, tanto para la ciudad como para la práctica del enganche. Las cada vez mejores cocheras cordobesas, tanto en calidad como en cantidad, y los eventos que se desarrollan a lo largo del año pronto situarán a esta ciudad en el nivel de Sevilla, Jerez y Ronda.

-¿Cómo se presenta el futuro de los carruajes antiguos y nuevos?

-Actualmente fabricamos carruajes nuevos para romerías, doma y paseo, realizados en hierro, pues necesitan menor mantenimiento que los coches antiguos. Al mismo tiempo, y en mayor medida, restauramos carruajes de siglos pasados, pues la afición aumenta y también conquistamos nuevos mercados. El futuro es imprevisible pero alentador, pues considero que volverá la moda de enganchar para recuperar el placer de guiar, una sensación de contacto con el caballo, confortante y diferente a la creciente tecnología que nos absorbe durante todo el día.

-¿Qué coche destacado han restaurado?

-Muchos, pero hay uno que lo hicimos con tal pasión que en numerosas ocasiones lo sacamos a relucir en conversaciones. Se trata de un Milord Huit Ressots (Milord ocho muelles) o Milord en Sopandas de la excelente firma parisina Morel. Un coche enorme dentro de su categoría, de un refinamiento magnífico y de una elegancia sin igual. Importado de Argentina, propiedad de un gran coleccionista y amigo.