Miguel Ranchal Sánchez (Córdoba, 1964) presenta este próximo jueves, 13 de febrero, en la Diputación de Córdoba, su libro El sentido de las cosas, una selección de sus artículos de opinión publicados semanalmente en Diario CÓRDOBA a lo largo de dos décadas.

-Más de 20 años de articulista semanal. ¿Es disciplina o engancha?

-La disciplina también es un cauce para la imaginación. Y escribir una columna es un gozo peligrosamente adictivo.

-¿Por qué recopilar en un libro una selección de esos artículos?

-Supongo que por remar a contracorriente. Contra el vicio de la velocidad tuitera, la virtud de reposar vivencias. Aunque en estos tiempos, vicio y virtud se prestan a intercambiarse.

-¿Qué evolución observa en ellos? ¿Ha cambiado mucho su forma de escribir, o de interpretar el mundo?

-He puesto a dieta mi barroquismo a cambio de una mayor socarronería. Eso sí, sin perder cierto marchamo de una atenta ingenuidad. Cualquier tiempo pasado no fue mejor, pero sí más cándido.

-Sus textos siempre están basados en la realidad, pero pasada por un tamiz de metáforas, fantasía, alusiones científicas o literarias… ¿Cree que es difícil la lectura de sus artículos?

-No tanto si se enfocan como un relato. No creo que haya que montar un auto de fe por confiar en la satisfacción del esfuerzo. La lectura fácil arropa la genialidad de la sencillez, pero también esconde mucha mediocridad.

-Hay en usted una vocación literaria que choca con su prosaica actividad profesional de licenciado en Derecho, experto en riesgos laborales y directivo de Emproacsa. ¿Un escape?

-El agua da mucho juego cinéfilo y literario. Desde Moisés al Chinatown de Roman Polanski; o La forma del agua, de Guillermo del Toro. Y los riesgos laborales son una bicoca que no ha explotado la novela negra.

-Tiene también su faceta de novelista. ‘El dedo incorrupto de Nerón’ (2009) y la más reciente ‘Velas para el dragón rosado’ (2018) son, como sus artículos, incursiones literarias en toda regla y también apegadas a hechos históricos o a tramas recientes. ¿No se despega de la realidad?

-La literatura es la sublimación de la realidad. Ahí está Galdós para entender la esencia del siglo XIX. Es excitante sentirte un alquimista con todas las tramas que te ofrece lo acontecido.

-¿Cómo afronta su proceso de escritura? ¿Piensa el tema, se documenta, traza el laberinto y su salida...? Veo que en las novelas es lento, la última la empezó en el 2010 y la terminó nueve años después.

-Hay escritores compulsivos y hay escritores rumiantes. Yo milito en los segundos. Mi mayor presión es la coherencia de contar una buena historia, sin desperdiciar la pulcritud de la palabra.<b>

-¿Cree que la actualidad supera a toda ficción?

-Absolutamente. Aún no tenemos replicantes... o quizá ya estén desempeñando cargos públicos.

-¿Qué momento de la historia de la humanidad es su favorito? Suele usted recorrer muchos de ellos.

-Los lectores verán que tiro hacia Roma como los críos en un charco. Pero la historia es un Edén para las evocaciones. Últimamente habrán comprobado las querencias por la Revolución Francesa.

-¿Cuáles son sus lecturas? ¿Y sus articulistas de cabecera, si los tiene?

-Soy de gustos muy heterogéneos, pero por citar un referente, ahí está Roberto Bolaño. Y es encomiable la cantera de articulistas que ha forjado este diario. Para todos ellos, mi respeto y admiración.

-¿Trabaja en alguna nueva novela o texto literario?

--Estoy en pleno proceso de creación, intentando modestamente homenajear aquellos otros años 20.