Porque, aunque haya muchas córdobas, tantas como habitantes, claro, y aunque yo no sea cordobita, que es otra manera de ver, de sentir Córdoba, que es también muy respetable. Lo cierto es que hay una Córdoba real. Realmente hay una Córdoba que tiene su propia y singular personalidad. Serena Córdoba, elegante Córdoba, que como, sin darle importancia, celebra lo que le echen, con un señorío siempre especial, casi espacial en ocasiones, como acaba de demostrar en la visita de los Reyes de España. Y en esa solemnidad formidable, fascinante, con la que han entregado las medallas de las Bellas Artes en esa ciudad, más que real, imperial, que no hay más que asomarse a su historia de ayer, de hoy y de mañana.

Esa Córdoba que tiene sangre de reyes, como dice la copla, en la palma de su mano. Y así se debe decir. Y donde la fiesta cultural fue gloria bendita según algunos de los que en ella estuvieron, y donde tanto me habría gustado estar. Pero no pierdo la esperanza de que a la próxima voy. A ver si la Virgen de la Salud, de la que he sido su pregonero, me echa una mano para este año que viene. Porque sé que a los reyes de ayer, no me gusta llamarle los eméritos, les gustaba, les gusta Córdoba cantidad. Y a los nuevos les encanta. ¡A ver si para la próxima celebración y entrega, ¿por qué no pensar en Medina Azhara, por ejemplo?

Bueno, pues de entrada, asegurarles que Lolita, que tiene una buena raza, estuvo la mar de bien. Dando las gracias en nombre de todos los galardonados me-re-ci-da-men-te, aunque ahí estaban todos los que son, que ya llegara el día en que estén todos los demás. Bueno, pues muy bien Lolita, casta a rabiar, hasta haciendo esa reverencia como de doblar la rodilla, aunque no del todo. Eso nunca, que sería pleitesía. ¡Cómo me acordé de Lola, mi Lola, cuando al escribir sus memorias hace ya tantos años me confesaba al caer ya la tarde en su casa de María de Molina:

«Esa niña mía, Lolita, tiene mucho talento, Tico. Fíjate que tiene un baúl lleno hasta arriba, con muchas cosas escritas por ella, versos, coplas...».

Y era, es, mucha verdad. Muchísima. Yo sigo pensando en ella para hacer ese documento que quiero hacer, que trate de la vida de Santa Ángela de la Cruz, que a mí me gusta tanto y que se llame, Sor Sur.

En fin, que no saben lo que me alegro también de lo de las Medallas de Andalucía. Felicidades a todos, de verdad y con el corazón en la mano. Y a la vez, saber que el himno de Andalucía que más gusta de los de todos, que son muchos, es el de Rocío Jurado y no es por desmerecer a los demás, pero sin lugar a dudas, el mejor de los que conozco.

Por eso también me siento contento, de que Estrella Morente se haya decidido por cantar la copla, después de su larga y brillante trayectoria cantando. Aplausos míos reina, ya lo estoy escuchando. Y además, me gusta mucho que se lo haya dedicado a la abuela matriarca de la casa, a la que yo he conocido personalmente. Y a su madre, de la que aún conservo el aroma de sus dos besos, mua mua, del otro día en la tele. Y cuando va y dice Estrella:

«Sé que además mi padre Enrique Morente, con el que empecé a preparar lo que ya es hoy una realidad, le va a gustar mucho como lo hemos hecho, juntos».

Claro que hoy tengo que recordar a don Antonio Machado, y a su hermano don Manuel que también fue un excelente poeta, aunque respetando las distancias.

Y aunque sea a toro pasado, como se dice en el mundo nuestro, pues que me adhiero desde aquí ahora mismo al homenaje al Maestro Calerito que tiene en el Campo de La Verdad, donde me gustaría vivir algún día aunque solo sea por el nombre, y que fue uno de los grandes, de luces y también de calle. Por cierto, que lo del Club Calerito me ha gustado en la última página de hace unos días. Y sobre todo y además, porque lo ha escrito el maestro Ladis, el gran fotógrafo, que escribe como retrata. Olé. Que, gracias a usted, querido maestro, tengo conmigo el documento único de mi entrevista con la madre de Manolete, doña Angustias, en esa casa del torero, que ahora quieren que vuelva a ser un sitio vivo, artista y diverso. Olé por esa Córdoba que siempre quiere dar vida a su memoria.

Y me permito, con la venia de sus padres, decirles, comunicarles, que ha nacido una genial artista que de entrada toca el piano como pocos, ya tocaba el violín de niña, y a la que vengo siguiendo. Es la hija de nuestro Rafael Cremades y de su esposa, la gitana más grande de los últimos tiempos. La bailaora genial, la reina de ese barrio de Triana. Claro que es lo que yo digo, ¡qué va a salir de dos andaluces, uno de Córdoba, que son ya de por sí dos leyendas!.