Me explico, y no es por María José Ruiz, que ha ganado lo de Telecinco, de la que todo el mundo está pendiente estos días, entre otras cosas porque Isabel Pantoja vuelve a la cárcel, es un decir, aunque sea la de la isla, donde todo parece indicar que va, pero ya mismo, sobre todo después de lo de su hijo Kiko Rivera.

En fin, las cosas de la tele, que como todo el mundo sabe, es la que manda en casa. Bueno, pues que es el tiempo de las lilas, esas flores moradas, que adornan parques y jardines, y las tiendas de las gitanas, que las venden mejor que nadie en las esquinas.

Y algunas cosas más, claro que sí, que a veces amplío el abanico para que quepan dentro de esa última nuestra, para universalizar nuestro perol escrito.

Por ejemplo, Concha Velasco, con la que el otro día como ya os conté, viajé hasta Sevilla y que al pasar por la estación de Córdoba, la que huele a aceite de oliva y donde hay pajaritos, a ser posible zorzales, me dijo suspirando: «¡Cuánto me quieren en Córdoba!» Bueno, pues el Premio Max para ella, porque además, se lo merece, ochenta años y un día haciendo teatro y cada vez con más ganas, y lleno hasta la bandera. ¡Enhorabuena, hermosa!

Por la que no pasan los siglos. Como no pasan las madrugadas por el cuerpo, y el alma, de nuestro Carlos Herrera, que sigue estando ahora más que nunca a la cabeza de la radio española, en cuyo tren, yo soy, ya lo saben, viernes una menos cuarto más o menos, el farolillo rojo. De lo que además me alegro tanto, no ya por la parte que me toca, que me toca, sino porque el jefe es el mejor en lo suyo, y a veces también en lo ajeno, y por lo mucho que le gusta lo nuestro, Córdoba y los cordobeses.

Más de lo nuestro, aunque a veces se salga de nuestra geografía, pero que mantiene el resplandor de nuestra vieja cultura, nuestros cinco sentidos, que ya saben que lo digo siempre, que en nuestro mapa son seis.

Y a ver quien me demuestra lo contrario. Por ejemplo, decirles quiero que ya esta aquí, la Semana Santa, que le han dado el Premio Saeta de Oro, a una cordobesa, en uno de los lugares donde más se sabe de saetas, como es Granada, y se lo digo, por lo tanto, con pleno conocimiento, a Lucía Leyva, cordobesa en cuerpo y alma, que me dicen desde abajo, «que la canta como nadie, y que puso el escalofrío en aquellos que tuvieron la suerte de escucharla en Granada.

Y que este fin de semana, si Dios quiere, me quiero acercar a la Casa de la Moneda, donde expone, y mucho, como siempre, Ginés Liébana, el sabio de la colina de la pintura cordobesa, donde tanto se sabe. Adelante maestro, que sigo teniendo tu ángel, aquel que me pintaste y me dedicaste un día hace ya tanto tiempo, en la cabecera de mi cama, cerca de aquella raíz de sarmiento de una vid de Montilla, que parece una cruz, al lado de aquel Cristo del aceite, de un pedazo de olivo, que me hicieron en Baena, ciudad de la que tanto me acuerdo, y donde vive y pervive mi maestro de cabecera, Paco Ariza, cada día más resplandeciente aunque la salud le haga un daño que no merece.

Y una declaración de amor, de Vicky Martín Berrocal, a ese caballero portugués, que debía ponérsela, toda, en las tarjetas de visita por larga que parezca. Jamás había visto servidor de ustedes, tan conocedor de las cartas de cariño, una pagina como esta, que Vicky ha colgado en su pagina de internet para que no haya dudas de ese amor, estupendo, otoñal, nunca invernal, hacia el hombre. Enhorabuena, muy señor mío, que llena esta página de su vida.

Y siempre me gusta saber de Julio Anguita, al que veo vestido de Neruda en la isla Negra, siempre honesto en su verdad, eternamente útil, tan honesto y verdadero. Y tan nuestro. Tan enemigo por otro lado, de los otros lilas, de siempre, ya saben a los que me vengo refiriendo.

Y termino contándoles que el domingo pasado me llamó por teléfono Isabel Presley, con la que estuve una hora hablando. Me gustó mucho, sé que ella lo hace siempre, que tiene que dar las gracias por algo o por alguien. Y así lo hizo, porque el otro día escribí uno de mis blog para el mundo entero, a través de Hola! Estuvo como siempre, inteligente, encantadora. Única. Y me enteré de que Vargas Llosa ha terminado su próxima novela, que ya estamos esperando. Es una buena noticia.

Este Domingo de Ramos no quiero olvidar a las lolas, las dolores, del viernes, que todos los santos tienen octava. Y esa frase de Pablo Carbonell, que va y dice: «Ser libre, es no necesitar nada de nadie». Cierto, maestro, pero es tan difícil.. Meditemos que para eso, ya estamos, dentro, pero muy dentro de nuestra única Semana Santa.