El profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba Octavio Salazar presentó ayer en Córdoba su libro Autorretrato de un macho disidente, una obra de género inclasificable e indefinido, como el de su autor.

-¿Para quién escribió este libro?

-La verdad es que no pensé en un lector determinado. Quería reflexionar sobre mi vida y analizar cómo nos construimos los hombres, de qué forma nos condiciona un modelo determinado de masculinidad y cómo romper esas ataduras que te encorsetan. El libro puede iluminar a cualquier persona al ver la historia de alguien que ha ido rompiendo esquemas y superando obstáculos ligados a lo que significa ser un hombre de verdad.

-¿Cómo es un hombre de verdad?

-Para mí, significa una cosa y para la sociedad, otra. En esta sociedad, ser un hombre de verdad significa asumir posiciones de poder, de autoridad, tener un papel predominante en lo público, ser heterosexual, padre de familia... Para mí, significa muchas otras cosas porque hay muchos tipos de hombres y de masculinidades. Durante gran parte de mi vida, por ejemplo, he reprimido mis emociones, me lo he tragado todo y creo que hay que mostrarlas y disfrutarlas.

-¿A qué tenía miedo?

-Tú te construyes por las expectativas sociales que se crean a tu alrededor. Si actúas como un hombre de verdad, actúas como machote, fuerte... y tratas de acomodarte a ese modelo. Temes ser el traidor, situarte donde la gran mayoría no está. Pero como dice Rosa Montero, todos somos raros, lo importante es liberarse y darse cuenta de que la normalidad no existe.

-En el prólogo dice que la virilidad ha sido para usted una jaula. ¿Su educación fue especialmente estricta?

-Tengo 48 años y me eduqué en la sociedad española de finales del franquismo, con un modelo educativo y de familia monolítico muy marcado por la religión y que establecía claramente cómo deben ser un hombre y una mujer de verdad.

-Pero ese modelo cambió hace bastante tiempo, no es una novedad.

-Empezó a cambiar en los ochenta, pero mi educación estuvo marcada por la religión católica, me crié en una familia corriente, crecí en un pueblo y eso me hizo ser de determinada forma.

-Usted formó una familia tradicional con una mujer. ¿Se sintió obligado?

-No, en absoluto. Lo hice convencido y enamorado de esa persona con quien tuve un hijo, eso forma parte esencialísima de mi vida, no reniego de ello.

-¿Cómo se define hoy desde el punto de vista de su orientación sexual?

-He tenido una pareja mujer, ahora tengo una pareja hombre y no sé mañana. Me defino como una persona nómada y en tránsito. Tenemos etiquetas muy rígidas para definirnos y yo estoy en contra de esas etiquetas.

-¿Hubo un momento de inflexión?

-No, fue algo progresivo aunque es cierto que cuando empecé a investigar en el ámbito de la igualdad y la diversidad empecé a plantearme cosas sobre mí mismo que no me había planteado antes.

-En el libro nombra a su hijo, un adolescente. ¿Teme el efecto que pueda tener sobre él desnudarse así públicamente?

-Para nada, mi hijo ha sido partícipe de este proceso que he vivido y nada que pueda leer le va a sorprender, él lo ha vivido a mi lado de una forma natural y creo que puede servirle como proceso educativo. Quiero que lo lea para que entienda muchas cosas que quizás no ha entendido.

-Dice que es un padre ‘queer’. ¿Qué significa eso para usted?

-'Queer' significa que no hay identidades fijas sino en movimiento. Yo me considero un padre raro porque soy un padre que hago de madre a veces porque no siempre ejerzo el poder y la autoridad, un padre blandito.