José Sicilia, de 24 años, y Luis Alejandro Puerto, de 28, son los dos nuevos fichajes de Capitulares. Ambos están haciendo prácticas desde hace unos días en el Ayuntamiento de Córdoba, que abre por primera vez sus puertas a esta experiencia de prácticas con la asociación Down Córdoba. A cada uno de ellos, les han asignado una tarea, que desempeñarán durante dos meses.

Así, mientras Alejandro está encargado del reparto de correspondencia por las plantas del edificio municipal y de la atención al ciudadano en Alcaldía; José ha sido asignado al gabinete de prensa del alcalde, no en vano tiene un padre periodista. «Hago copias, escaneo y hago tareas de ordenador, como las notas de prensa. Todo lo que me dicen Antonio Guti y Raúl Ramos (los periodistas de Alcaldía)», comenta José, que ha estudiado en el colegio Almanzor y en el IES Tablero (un módulo de Comercio), y ya había hecho prácticas en Emproacsa y en los Colegios Provinciales. Además, ha vivido durante un tiempo en una vivienda compartida de la asociación, y ya tiene muy claro que le gustaría trabajar en el Ayuntamiento: «Aquí se está muy bien», comenta. «Me preparo para ser autónomo, independiente y conseguir un trabajo».

Por su parte, Alejandro, que estudió en el colegio Concepción Arenal, también había hecho prácticas con anterioridad en la empresa Pilates Dance Zoco, donde se encargaba de preparar las salas, ordenar papeles y hacer té para los alumnos. Su ilusión es trabajar como reponedor en Carrefour Sierra, una de las empresas que tiene ya trabajadores indefinidos de esta asociación (también hay personas trabajando en Decathlón, Cafento, Carrefour Zahira, el colegio Alzahair o Clece, entre otros).

Alejandro y José no están solos en sus prácticas. Cuentan con dos preparadoras laborales de la asociación, Gracia Mª Marín y Alba Lozano, que les guían y hacen de mediadoras entre las empresas o instituciones (en este caso el Ayuntamiento), las familias y los chicos. Además, el trabajo con los chicos incluye la preparación para el desplazamiento autónomo, para que puedan ir solos desde sus casas hasta el lugar de trabajo. Alejandro y José van a trabajar en autobús al Ayuntamiento.

Por lo demás, Alejandro y José son chicos de su tiempo, a los que les gustan las mismas cosas que a los de su quinta. Alejandro, por ejemplo, tiene pareja y le gusta salir, la natación, y el fútbol (juega en el Córdoba Genuine). A José, por su parte, le gusta también salir, la natación y es utillero del Deportivo de Córdoba.

«Trabajamos a través del trabajo con apoyos, que es totalmente contrario al empleo protegido. El empleo con apoyo consiste en un sistema de apoyos in situ, en la propia empresa, donde acompañamos a los chicos de forma intensiva al principio y nos vamos retirando poco a poco», explica Gracia Mª, que lleva trabajando en la asociación desde hace cinco años y es toda una experta en inserción laboral. Las preparadoras hacen de guía también con los nuevos compañeros, «porque suelen ser experiencias nuevas también para ellos y tienden a sobreproteger a los chicos. Nuestro papel es que los traten como a uno más dentro de la empresa», añade. «Tratamos de evitar la discriminación positiva, porque a veces creemos que es mejor para ellos y no. Aquí vienen de 9 a 2 a trabajar como uno más».

Detrás de estas prácticas hay mucho trabajo de la asociación Down Córdoba, tanto con las empresas como con las familias. Curiosamente, las instituciones públicas han sido hasta ahora más reacias a la incorporación de trabajadores en prácticas (hoy por hoy, hay en Diputación y en la Delegación de Salud e Igualdad), aunque la asociación espera haber abierto una espita en la administración local y que la iniciativa del equipo de gobierno de PP y Cs se mantenga.

«Estos chicos se adaptan a cualquier adversidad, son todoterrenos y como cualquiera aprenden las tareas haciéndolas. Al principio hay miedos, igual que pasa con las familias, pero dándoles la oportunidad todos se dan cuenta de que pueden ser muy productivos y de que sacan tareas adelante porque son muy responsables. Si les dices esto así, así lo hacen», comentan las preparadoras de esta asociación, que tiene un servicio a partir de los 21 años, cuando concluyen la etapa educativa. «Es como una universidad de la vida». Alba Lozano añade que lo más gratificante es el contacto con los chavales y «saber que tu trabajo les sirve a ellos».