En pleno corazón del barrio de Vistabella de la ciudad de Murcia se mantiene una batalla que lleva más de diez años librándose. Frente a la plaza Federico Servet se yergue la parroquia Nuestra Señora de Fátima, cuyas campanas han sido objeto de revuelo vecinal de un tiempo a esta parte por el volumen de las mismas al sonar y por las horas a la que lo hacen, que han vuelto a enfrentar a los vecinos con el párroco.

Tal es así que el cura, Jerónimo Sánchez Bernal, apercibido en otras ocasiones por los vecinos debido a los toques de campana indebidos, ha denunciado amenazas en las últimas semanas recibidas por parte de sus compañeros de calle debido al fuerte sonido que producen estos dispositivos.

Durante años las quejas se han ido produciendo por este hecho e incluso de por medio ha habido denuncias a la parroquia por el estruendo que producen las campanas. Hasta ahora poco ha cambiado pese a que la Policía Local se ha ido personando periódicamente para comprobar el nivel de decibelios de estos instrumentos que marcan las horas en el barrio, aunque si bien es cierto solo se reproduce su sonido porque son grabaciones.

Ahora el párroco señala que este diciembre pasado fue objeto de varias amenazas en la calle por parte de vecinos del barrio descontentos con el ruido de las campanas. «Esta situación me ha alarmado, he tenido varias situaciones de esta en la vía pública de personas sobre todo mayores que llevan tiempo viviendo en el barrio», señala Jerónimo Sánchez a esta redacción. «Se meten conmigo y dicen que la iglesia está molestando por el ruido de campanas alrededor». Incide que la situación que ha vivido es un «acoso y agobio», ya que además, más allá de marcar las horas con las campanadas, estas navidades también se han reproducido un carrillón de campanas de villancicos, «un cosa muy típica en los barrios y en los pueblos».

Las campanas de la parroquia Nuestra Señora de Fátima están programadas y son automáticas, funcionan con un sistema electrónico que permite, según el párroco, controlar el volumen del sonido, un volumen que está al mínimo para poder hacerlas sonar, señala, y no sobrepasan los decibelios permitidos. Suenan de ocho de la mañana a diez de la noche y marcan cada cuarto, media hora, y hora en punto, más el rezo del Ángelus y las misas. «Si creen que hay que darle otra solución, que vengan los técnicos del Ayuntamiento y que se tomen las medidas oportunas, porque el volumen está al mínimo».

La asociación de vecinos de Vistabella, al igual que la Junta de Distrito Este de Murcia, ha intermediado en varias ocasiones entre los vecinos afectados y el cura para buscar una solución, ya que los residentes de las calles más cercanas han denunciado que el volumen en varias ocasiones se llegaba a subir, produciendo un estruendo imposible de soportar.