<b>-Durante el crecimiento del feto en el útero materno entran en función ciertos factores genéticos que apuntan a ser determinantes en el desarrollo de enfermedades metabólicas. ¿Es cierta esta correlación?</b>

-Es indudable. Hay pruebas bioquímicas y de otros tipos que confirman que estos factores influyen en el desarrollo embrionario. La relación intrauterina entre el desarrollo fetal y la biología de la madre. Existen casos de algunas mujeres gestantes que movidas por la añoranza después del parto han intentado recuperar a esos niños. De modo que algo hay, pero es intangible y difícil de precisar.

<b>-¿La gestación subrogada en detrimento de la adopción favorece el comercio de seres humanos? ¿Habría que agotar primero esta vía?</b>

-Comercio yo creo que es todo. No soy muy partidario de la imposición legal; habría que tener una charla sosegada y ética con los padres, bien orientada, donde no mediara demasiado el interés económico. Está en desuso, por lo que dicen compañeros ginecólogos, recurrir a la adopción, aunque es una alternativa importante, solidaria, menos traumática, más económica que otros procedimientos. Pero hay ya un sentimiento de que la adopción, a esas ideas que tenemos los papás de tener un hijo hermoso de ojos marrones, no da respuesta. Además de todas las vueltas que hay que dar para garantizar el bienestar del niño, que es lo que hay proteger fundamentalmente, no el interés de los padres.

<b>-El Comité de Bioética pidió prohibir los vientres de alquiler. ¿Cómo deberíamos afrontar este debate, en conjunción con las instituciones y las organizaciones feministas?</b>

-No estoy de acuerdo con la prohibición, porque el ser humano tiene una característica intrínseca en su propia biología, como todo ser vivo, y es reproducirse. Todos llevamos dentro esa carga genética. Esta comisión valora aspectos como la manipulación de la elección, que sea en base al dinero, que un pobre no pueda acceder y un rico sí... Eso crea un cuerpo de doctrina que está limitando y frenando aquellas aspiraciones, legítimas, de personas que necesitan dar respuesta a esto. Como médico, preferiría que estas situaciones se permitieran en España, regladas, bien controladas, y no acudir a EEUU o Ucrania.

<b>-¿Debemos esperar una ley como la griega, que marginalice a las parejas monoparentales y homosexuales?

</b>-Es difícil pronunciarse. Son muy pocos los países que están autorizando las técnicas de subrogación para parejas homosexuales o familias monoparentales. La limitación proviene de todos los credos e ideologías, hay interrogantes sociológicos sobre el desarrollo intelectivo, cognoscitivo, del niño. Depende de la voluntad del legislador, la sensibilidad social, presión y movilización.

<b>-Según el IPF cada semana una mujer en España solicita ser vientre de alquiler. ¿Aprobar una ley supondrá la mercantilización del cuerpo de las mujeres en situaciones de exclusión y pobreza?</b>

-En Ucrania y Canadá, creo que incluso en Portugal, la gestación debe ser altruista. La gestante no cobra, aunque existen compensaciones a los gastos que soporta la técnica en sí. Sería para mí el mayor reproche posible que la mujer se alquilara, porque volveríamos a una prostitución, más o menos, de otra manera.

<b>-La tasa de infertilidad en España crece exponencialmente. ¿Cree que nuevos ensayos clínicos encaminados hacia el transplante de útero, ya exitoso en Suecia, supondrán el fin de la infertilidad, en quizá, una década?

</b>-Tengo la convicción de que sí. Como todos los problemas de desarrollo de la molécula del ADN, los conocimientos de la ubicación de los genes, dónde están los receptores de rechazo, etcétera. Todo eso se vencerá, y el proceso se abaratará. Hace unos años una inseminación artificial costaba entre 12.000 y 6.000 euros y hoy ronda los 2.000.