Pablo Sánchez Chillón es abogado, experto en Derecho Público, Planificación y Diplomacia Urbana. Tras haber cursado varios programas de posgtgrado (Programa Ejecutivo en Gobernanza del Sector Público por ESADE, Dirección de Asuntos Públicos por la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid o el Executive Degree Program en Administración Pública y en Planificación Urbana en Fundesem Business School, entre otros) se ha incorporado en proyectos urbanísticos como My Neighbourhood en Portugal o Alicante Futura. Es además editor del blog Urban 360o, espacio dedicado a la política y la innovación urbana y que cerró el 2019 con más de 130.000 lectores. Ayer tenía previsto dar una conferencia en Córdoba, en Casa Árabe, que fue suspendida por el coronavirus.

La especialidad de Sánchez Chillón son las ciudades y el nuevo significado que se les ha ido atribuyendo durante los últimos años, que tiene que ver con el aumento de autonomía que han experimentado ciudades como París, Londres o Barcelona. Es el nuevo «poder urbano», como él la define, más ágil y adaptable que el poder de los Estados. Esta situación, afirma, «abre nuevas oportunidades que hace que las ciudades compitan entre ellas para atraer talento y capital para influir y mantenerse relevantes».

Por otro lado, Pablo Sánchez Chillón cree que no es necesario salir de España para ver ejemplos de ciudades que consiguen mantenerse relevantes. «Barcelona es un gran ejemplo porque durante muchos años ha construido con inteligencia y habilidad una ‘marca Barcelona’», afirma, una seña de identidad que le ha permitido mantenerse relevante «incluso con la inestabilidad política derivada del desafío independentista. Esta proyección global de la ciudad le ha generado un escenario de progreso económico, cultural e institucional». En el entorno cercano a Córdoba, cree Sánchez Chillón que «Málaga se nos presenta como ciudad que constituye un ejemplo de urbe que ha utilizado el discurso de la innovación y el emprendimiento para ser capaz de captar de retener talento y de exportarlo al exterior».

Esta definición de estrategia y su consiguiente internacionalización conforman el obstáculo y a la misma vez la oportunidad a la que se enfrenta Córdoba actualmente. Sánchez Chillón considera que países como Egipto, Túnez o, en mayor medida, Marruecos, están experimentando una nueva ola de desarrollo que apunta a la mejora de las condiciones de vida y renta, al incremento de turistas provenientes de la región y a la proyección de sus activos intangibles en el exterior. En este escenario (donde países como China, Rusia, Estados Unidos o más recientemente la propia Unión Europea han mostrado su interés geopolítico) «es en el que se compite por la influencia en la región, donde entra en juego la diplomacia cultural de las ciudades y, más concretamente, de Córdoba».

El pasado y los lazos históricos en forma de «capital cultural simbólico hacia el mundo árabe constituyen la mayor ventaja que tiene Córdoba con respecto al resto de poderes que intentan adentrarse en la región», dice Sánchez Chillón, que entiende que se ven obligados a buscar una narrativa que Córdoba llevaría de forma intrínseca en su estrategia.

¿Cómo se ha de canalizar esta estrategia? El impulso de los valores socioculturales cordobeses se posiciona como la clave del proceso: «Para garantizar la sostenibilidad futura de esta hoja de ruta hemos de encontrar el consenso entre la sociedad civil, las instituciones de gobiernos y el sector privado. Córdoba cuenta con una interesante comunidad de emprendimiento y de empresas con un importante papel que jugar en este nuevo escenario, pero que requiere de una unificación, y eso pasa por una toma de conciencia de la ciudad para desarrollar una voz propia».