-Esta vez vuelve con un muerto que ha desaparecido. ¿No se habrá fugado por sus propios pies?

-¿Quién sabe? De pequeña me encantaba la peli Este muerto está muy vivo. Así que yo no descartaría esa posibilidad.

-En su novela también hay una historia de secretos familiares bastante oscuros que arrancan del año 92.

-En efecto. El peso del pasado y los secretos familiares son dos de los grandes pilares de La fractura del reloj de arena y ambos me dan mucho juego tanto con Ada como con mi querido muerto desaparecido.

-Pero sobre todo el lector encontrará en estas páginas a su detective Ada Levy en su peor momento emocional y sentimental. ¿Su novela más dura?

-La más dura para ambas. Para Ada ha representado un gran salto a nivel de crecimiento personal y para mí ha supuesto el corte del cordón umbilical que me ataba a la protagonista de la saga. Hasta ahora no me había atrevido a jugar a nivel narrativo con otros personajes.

-Su personaje nació para hacerle crecer como autora. Se han distanciado. La Ada de ahora incluso le cae mal. ¿Cómo se las apañará ahora?

-Mejor que antes. Dice Palahniuck, un escritor a quien admiro, que lo ideal es cercenar el vínculo autor-personaje porque solo de ese modo puedes llevar realmente al límite a tu actor principal.

-Sus personajes son frankensteins. Excepto Enrico, que se parece mucho a su antiguo jefe. ¿Se lleva un porcentaje de los derechos de autor?

-(Ríe). Por ahora, no. Aunque sí que me consta que le escoció un poco que describiera a Enrico como un cincuentón atractivo cuando él aún no había llegado a esa edad.

-Sus personajes también tienen mucho de usted. Por ejemplo, el amor a las motos. ¿Le pone la velocidad?

-La moto es muuuuuuucho más que velocidad. Es libertad, es paisaje, es una forma de vida... Es un mosaico de sensaciones y de emociones del que no puedo ni quiero escapar.

-Le gusta la novela negra porque se cruzan los extremos. Vamos, que engarzan bien el drama y la ternura.

-El drama y la ternura, la cordura y la locura, el sexo y la castidad, el frenesí y la calma…

-“La escritura es una forma de vida imposible”. Por favor, descífreme este crucigrama.

-Lo imposible es soñar con escribir y tirar la toalla antes de haberlo intentado, únicamente porque hay quien dice que “la escritura es una forma de vida imposible”. La escritura es la mejor forma de vida puedo imaginar.

-Presentadora de La mitad invisible, uno de los pocos programas culturales de televisión. ¿Esto no le hace sentirse diferente?

-Afortunada, con todas y cada una de sus letras en mayúscula. Para mí la creatividad lo es todo y gracias a La mitad invisible tengo la oportunidad de adentrarme en un sinfín de mentes diferentes.

-Siempre atenta a las perturbaciones mentales, le atrae lo que esconden los cráneos humanos. ¿No cree que debe haber algunos, o bastantes, más vacíos que llenos?

-Rotundamente no. Cualquier cabeza, por insignificante que parezca, siempre encierra algo único y especial.

-Publicará más libros de Ada Levy, pero de momento la va a dejar descansar dos años. Quiere demostrarse que puede escribir otras cosas.

-En ello estoy, de hecho. Ahora juego con otros personajes y redescubro el mundo que me rodea a través de miradas nuevas y diferentes. ¡Me lo estoy pasando pipa!

-Sus cuatro novelas las ha escrito en primera persona. Ahora probará con el narrador omnisciente. ¿Para observar la vida con el mando a distancia?

-Para poder meterme en un montón de cabezas.

-Escribe con mapas mentales y se apoya en muchos esquemas. ¿El verano no le inspira para dejar la cabeza parada por unos días?

-El otro día le dije a un compañero de La mitad invisible: “Puede que me viniera bien parar diez días y tirarme en una tumbona en la playa”. Su respuesta me dejó a cuadros: “Diez días… o dos horas”.