Me gusta, ya me conocen ustedes, jugar mucho a las palabras. Por eso este titular, pero además porque el chumbo es mi fruta preferida. O una de mis frutas, que no quiero ningunear. La pasada semana, subiendo y bajando de Villaharta, puerta de Sierra Morena, de pronto vi un friso de chumberas que parecían un monumento -al menos para mí- de mi nostalgia de niño. Se estaban muriendo, incluso las vi cómo agonizaban; estaban blancas, como una tapia de cementerio, y se lo dije a Alejandro López Andrada, mi poeta de la sierra. Así que hoy recuerdo aquellos días en Granada, cuando pregonaba en la calle el hombre del cubo o del caldero, la caña abierta y el fruto fresco en el agua, antes de limpiar las espinas, que era una obra de arte este trabajo. Y de la cabeza a la máquina para titular de esta manera. Porque el fruto es bien rico, con su granito en su adentro, y luego carne rosada, carne dorada, carne de esmeralda verde con esos puntitos negros.

¡Gracias, Córdoba!, porque cada día con más fuerza me recuerdas mi niñez; por eso este domingo, que ya apunta al veranillo del membrillo, con san Miguel en lo alto, vuelvo a presentarme ante ustedes, recordando que se lleva mucho la nostalgia.

Y a lo que voy, chupando el polo chumbero, que cuanto más dulce más espinas. Aquí me tienen vendimiando las historias, que es el tiempo de la vendimia. Recuerdo a mi amigo el marqués cuando me invitó a vendimiar. Yo soy vendimiador montillano, con mi título y mi foto, pero un día recibí una llamada urgente: «Tico, la uva es noticia; quiero enseñarte a vendimiar bajo la luna, que da un zumazo de uva distinto». Fue el marqués de Griñón, Carlos Falcó, al que ya conocen bien, sobre todo porque está más joven que nunca dada la cercanía de la muchachez que le acompaña.

Y a lo que voy. Está bien que nuestro vino sea noticia. Tanto es así que yo reclamo que haya un perfume de bodega de vino, pero de bodega cordobesa donde habitan las leyendas, y lo digo con conocimiento de causa, que tengo conmigo sobre mi cama un Cristo hecho de ramo de vid cordobesa. A veces derrama lágrimas de vino, o sea, casi todos los días, porque le dan motivos al pobre.

Por cierto, que hablo por teléfono con nuestra pintora montillana, la bien premiada, que hace poco me envió lo que le había pedido, un resumen de su obra. ¡Qué pedazo de pintora es María José Ruiz!, que se ha pasado el verano en Mallorca y que prepara un gran libro, que le editará la Diputación, siempre atenta a las cuestiones de cultura, para primeros del año que viene. Y mientras tanto, sigue creando. Ha pintado un puñado de cabras blancas que debían estar en el prado, pero en el Prado museo.

Y a lo que iba. ¡Enhorabuena!, que le han concedido el título de Hijo Predilecto de Córdoba al juez José Castro, ahora en silencio. Merecida distinción a un hombre honrado, discutido e indiscutible también. Y muy merecidas las medallas de oro para nuestra COPE local -50 años de radio al servicio de la palabra y la música-- la coreógrafa Blanca del Rey, la catedrática Carmen Galán y el médico Suárez de Lezo. Muy grande el detalle de distinguir a Andrés Ocaña y al dominico Carlos Romero con el nombramiento de hijos adoptivos.

Advertirles de que parece que se confirma que Carlos Herrera, mi jefe en la radio, puede hacer televisión, en La 1 de TVE y en eso que se llama prime time, o sea a estar aún más cerca, todavía, si ello es posible de la palabra no solo escrita, escuchada, sino también, vista. Concha Velasco también vuelve a nuestra tierra para hacer de Reina Juana. ¡Ay, Concha!, siempre creciendo por el milagro de ser cada día mas joven…

¿Es noticia si les digo que regresa Rosa Benito? Pues sí lo es. Quiero que lo sepan ustedes de primera mano, como que me han llamado para que un sábado de estos acuda al Sávame Deluxe para que cuente cosas de mi vida. A ver si me atrevo, que el otoño me sienta más bien regular porque se me abren las heridas. Menos mal que cicatrizan cuando me acuerdo de Córdoba. Permítanme que barra hacia casa, porque vaya número especial de Lucena publicado por este periódico días pasados. Y es que recuerdo mucho a Lucena, tengo cerca un velón en casa. Y no quiero olvidarlo, no. ¡Qué hermoso el cartel de la feria de Puente Genil! Es la capital del mundo flamenco, sin duda.

Y no quiero irme sin darle un suspiro a la leyenda. Yo conocí personalmente --le di un beso en la mano, hay foto--, a la princesa Diana de Gales, la mal amada. ¡Ay si yo les contara! Bueno, pues olía aquella mano pálida, pequeña, un punto cálida. Olía a nardo y a jazmín… pero a jazmín y nardo de cualquier rincón de Córdoba.