Un joven cordobés con trastorno del espectro autista (TEA), Alejandro Armenteros, fue invitado hace tres años a participar en la Cátedra de Transversalidad y Pensamiento Creativo de la Universidad Loyola Andalucía, en el campus de Córdoba. La invitación partió del profesor Francisco Pérez Valencia, en el marco de su asignatura en primer curso del grado de comunicación y de los dobles grados de Comunicación con Relaciones Internacionales y con ADE. La iniciativa, de la que se hizo eco Diario CÓRDOBA cuando arrancó aquel 24 de marzo del 2017, fue una experiencia «maravillosa», en palabras del profesor Pérez Valencia. El joven tenía 15 años, se presentó con sus figuras de Playmobil para escenificar su discurso y explicar «su sueño». «La clase se llenó de magia, de respeto, de sorpresa, de un efecto emocional para el que no estábamos preparados», relata el profesor. Y es que Alejandro es un magnífico relator, como ha demostrado, junto a otros jóvenes con TEA, en diversos contactos mantenidos con profesores y alumnos de Loyola. Luego, Alejandro actuó de anfitrión en su colegio. Y la experiencia ha continuado.

Organizar esto fue fácil y complicado. Fácil por el apoyo recibido, y complicado por las gestiones requeridas. Pero luego todo echó a rodar. En el deseo de trabajar con personas «con otras capacidades», Pérez Valencia se había planteado la pregunta al revés, y en vez de pensar «qué podemos hacer por ellos, empecé a pensar: ¿qué pueden hacer ellos por nosotros?». De ahí surgió esta experiencia que ahora ha llevado al libro A quienes aman el mundo, un pequeño ejemplar que relata «una historia que hemos construido juntos» y que ayer tarde fue «a manos de sus protagonistas», porque en su presentación se reunieron alumnos universitarios que han participado en las clases, profesores y los alumnos del Centro Santo Ángel y sus familias, en un acto presentado por el rector de la Universidad Loyola Andalucía, Gabriel Pérez Alcalá.

La clave de este libro, según su autor, es el «agradecimiento». Principalmente a los que han participado en esta experiencia, pero también a la Universidad Loyola y a la Fundación Cajasur, que la han hecho posible. Y eso que, comenta el profesor, cuando se dirigió a la Fundación Cajasur tuvo que decirle a su director, Ángel Cañadilla, que no sabía si iba a salir algo, pero estaba el deseo de intentarlo.

La llegada de Alejandro al aula fue como profesor invitado, para ofrecer una master class, así lo dispuso el profesor. Y resultó un éxito, porque «Alejandro tomó el mando y arrasó con todo» (él no lo dice, pero seguro que con lo primero que arrasó fue con los prejuicios....). «Una alumna me dijo: ‘No he sentido condescendencia, sí he sentido admiración’», añade, y la frase explica muchas cosas, pues los alumnos le reconocieron que había sido un día clave. Para Pérez Valencia, «que la belleza y la felicidad entren en la Universidad es un vendaval de transparencia». Iniciativas como esta, en una asignatura que se llama Pensamiento Creativo, contribuyen, a su juicio, no solo a descubrir que las capacidades y el talento tienen muchas vertientes y es necesario aprender a pensar de forma diferente para valorarlas, sino que forman parte del objetivo de mejorar el mundo al que nunca se debe renunciar.

El acto de ayer sumó lo intelectual, lo emotivo, la celebración y el reencuentro de los protagonistas de A quienes aman el mundo. Un paso más para un mundo mejor, un toque de atención para que se ofrezcan oportunidades sociales y laborales a todos los talentos, diversos y enriquecedores.