Un equipo formado por centros de investigación de once países europeos, entre los que se encuentra la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), ha analizado cómo han influido los cambios en el uso del suelo, la densidad de población humana y el estado de protección en la expansión de grandes carnívoros en Europa durante los últimos 24 años, constatando la recolonización natural de estos. Lobos, linces y osos pardos se encuentran entre las especies carnívoras más emblemáticas de Europa. En la última década, y después de rozar la extinción a finales del siglo pasado, están regresando y ocupando sus antiguas zonas de hábitat, según confirma el estudio, coordinado por Marta Cimatti de la Universidad de Roma La Sapienza (Italia), que realizó su investigación durante su estancia en la Universidad de Radboud (Países Bajos). Los resultados han sido publicados en la revista Diversity and Distributions. Diversity and Distributions.

Al contrario de lo que se pudiera pensar, la creciente protección en Europa no ha jugado un papel especialmente significativo en su expansión. De hecho, el estudio indica que algunos de los factores que afectan de manera positiva a la recuperación de estos grandes carnívoros guardan relación con el abandono agrícola, el éxodo de la población humana de las zonas rurales a las áreas urbanas y la disminución de la caza.

Hasta ahora, no estaba clara la importancia relativa de estos cambios para las grandes distribuciones de carnívoros a escala europea. «Esto no quiere decir que la red de áreas protegidas no sea importante para la conservación de estas y de muchas otras especies, sino que, respecto a otros factores como los cambios de uso del suelo o la densidad de población humana, su importancia relativa ha sido menor en cuanto a la expansión de estas especies», aclara Ana Benítez, investigadora de la EBD-CSIC y que es coautora del estudio publicado ahora.

Según la investigadora, una explicación posible sería que las áreas protegidas en Europa tienen de media un tamaño menor que el hábitat que requieren estos grandes carnívoros. Además, la implementación de la directiva Hábitats tampoco ha tenido un gran efecto. «Pensamos que es debido a que muchos países adoptaron esta ley con excepciones --explica Benítez--. Por ejemplo, el lince está en los anexos 2 y 3 de esta directiva pero el control letal de sus poblaciones es legal en Suecia, Lituania y Finlandia. Del mismo modo, en España el lobo está protegido al sur del Duero pero no al norte, donde se puede cazar por cupos», informa Europa Press.

Sin embargo, la cuestión relativa a la caza legal de lobos en España podría cambiar. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha anunciado recientemente su intención de prohibir su caza en todo el territorio español. «Si esta ley se aprueba, la expansión del lobo en nuestro país podría acelerarse», afirma la investigadora.

Según Benítez, esta ley debería tener en cuenta las necesidades socioeconómicas de las comunidades que conviven en zonas loberas, en particular a los ganaderos, que suelen resultar damnificados por ataques al ganado, para así minimizar conflictos. En este sentido, «el camino a seguir debería ser apostar por medidas preventivas antes que compensatorias», apuesta.

Los resultados del estudio indican que entre 1992 y 2015, la probabilidad de presencia de las tres especies (lobos, linces y osos) aumentó en Europa del Este, los Balcanes, el noroeste de la Península Ibérica y el norte de Escandinavia, pero mostró tendencias mixtas en Europa occidental y meridional.

Si bien estos cambios proyectados coinciden en gran medida con la recuperación observada de grandes poblaciones de carnívoros, el equipo investigador también halló desajustes con la reciente expansión de lobos en Europa central y meridional, donde factores no incluidos en sus modelos pueden haber jugado un papel dominante.