-Este relato tiene el ritmo y el poso de muchos informativos. ¿Ficción manchada de realidad?

-Absolutamente. Construí esta historia, que va de la búsqueda policial de unos pequeños, a partir del final. Yo no había escrito mucho más que mis columnas en Yo Dona, las entradillas en televisión y algún post en mi blog, pero tiré de 20 años de oficio de periodista y le fui dando cuerpo y verosimilitud a la trama. Sin irme demasiado por las ramas, condensando y buscando que todo encajara con ese final.

-Y ahí entran sus tres amigos del Cuerpo Nacional de Policía.

-Creamos un grupo de wasap y me han asesorado sobre todo: cómo se procede cuando se busca un menor, cómo es una sala de autopsias, cuánto tiempo tardan en aparecer los gusanos en un cadáver...

-¿La novela negra está de moda?

-La novela negra hace 10 años era un género literario de segunda, pero ahora está arriba y espero que perdure y que no sea una moda como ha pasado con la novela histórica y con la novela erótica. Espero, además, que sea un género en el que no veamos solo en acción a hombres detectives, que haya más grandes mujeres protagonistas de historias y que los hombres lectores las consuman.

-¿Eso significa que su inspectora Ana Arén seguirá indagando?

-No tengo ni idea. Me levanto a las seis de la mañana para venir a trabajar a la tele y soy madre de dos niñas pequeñas, de 3 y 5 años. Ojalá se me ocurriera otro final como este.

-Cuatro años tienen estos niños desaparecidos y me temo que no es una coincidencia. ¿Me equivoco?

-Yo empecé a escribir esta historia el año pasado, cuando mi hija mayor tenía 4 años. ¿Cómo podía hacer creíble lo que sienten los padres de los niños que desaparecen? Pensando que era mi propia hija.

-El dolor ajeno, ¿a qué nos ayuda?

-A sentirnos mejor. A valorar lo importante que es estar vivo. El dolor ajeno puede hacer que lleguemos a nuestra casa y abracemos a los nuestros pensando en lo que realmente importa y no en simples tonterías.

-Un debut con premio siempre ayuda.

-Envié la novela con seudónimo y el premio económico es un anticipo por las ventas. Solo si se venden muchísimos ejemplares, cosa que espero, empezaré a ver algo de dinero.

-¿Como catalana, le hace ilusión acudir a firmar en Sant Jordi?

-Pues es de las cosas que más ilusión me hace. Poder estar al otro lado por primera vez y sentir el calor de los lectores hacia los escritores me fascina. Tengo la sensación de que será algo mucho más cercano e íntimo que la relación que estableces con el espectador. Un libro es mucho más personal que un informativo.

-¿Ya le han dicho que es un relato muy cinematográfico?

-Sí. Supongo que por el ritmo y las secuencias. Se lo envié a mi amiga Maribel Verdú y me dijo como loca que ella se veía en el papel de Ana.

-¿En su blog ‘Notas a pie de cámara’ comenta lo que no tiene cabida en un informativo?

-Cada vez estoy más convencida de que los que tenemos voz en los medios de comunicación tenemos que aprender a usarla fuera porque las tecnologías nos lo permiten. Y denunciar lo que no está bien, como la desigualdad entre hombres y mujeres, por ejemplo. Yo no soy igual que un hombre, ni quiero, pero sí reclamo las mismas oportunidades.

-¿Me equivoco o ya lo está viviendo con la promoción del libro?

-Claro. Es esa coletilla de las presentadoras que escriben. Yo soy periodista. ¿Por qué las mujeres tenemos que seguir justificándonos continuamente en este país? A mis 44 años quiero que sea la novela la que se pelee por mí. Al menos que la lean y juzguen,

-Hablando de sucesos. ¿El que más le ha costado explicar en la tele?

-Sin duda, la muerte de nuestro amigo José Couso en Irak. Me enteré 5 minutos antes de entrar en directo.