El sofocante calor fue ayer el protagonista en una colorista salida de la hermandad del Rocío de Córdoba, que ya se encuentra en camino.

Como cada año, los rocieros cordobeses se dieron cita en la iglesia de San Pablo, sede canónica de la hermandad del Rocío de Córdoba, para celebrar la tradicional misa de romeros con la que la filial cordobesa se prepara para iniciar el camino del Rocío.

En el exterior del templo, todo estaba preparado a la espera de que concluyera la eucaristía, para entronizar el bendito Simpecado en la carreta de Córdoba. Así, numeroso público, quizás por el calor menos que otros años, esperaba que se abrieran las puertas del templo para recibir al glorioso Simpecado.

Poco a poco, los romeros fueron saliendo de la iglesia, junto a representaciones de otras hermandades, y al fondo ya se vislumbraba el Simpecado blanco y oro de la hermandad cordobesa. En la calle, la flamante carreta, que este año estrenaba la cubierta repujada en plata, así como un original exorno floral llevado a cabo por la firma cordobesa Pinsapo, con un guiño a los Patios de Córdoba; de este modo, entre el clásico clavel se pudo ver flor de geranios en color coral y rosa, dando un toque de originalidad y a la vez de personalidad a la carreta.

El ambiente cada vez se antojaba más rociero, los cohetes, los caballos, el sonido de los cascabeles de las mulas y el coro de la propia hermandad, que, al ritmo de sevillanas, ponía la nota musical para despedir a la filial cordobesa.

A los gritos de ¡viva la hermandad de Córdoba¡ y ¡viva la Virgen del Rocío¡, el Simpecado quedaba entronizado, listo para iniciar la gloriosa procesión hasta la Catedral, para luego encaminarse hacia el Campo de la Verdad, donde esperaba el resto de la comitiva rociera.

El cortejo se fue abriendo paso por calles como Capitulares, san Fernando, Cardenal González o Magistral González Francés, para buscar la Puerta de Santa Catalina, por donde la hermandad hizo su entrada al Patio de los Naranjos. Una vez en la Puerta de las Palmas, el Simpecado fue bajado de la carreta para hacer su entrada en el primer templo de la diócesis donde esperaba el obispo, Demetrio Fernández, para dar la bendición a los romeros.

Tras el rezo de la Salve, el Simpecado fue de nuevo entronizado en la carreta, para recorrer los últimos tramos que lo llevarían a la otra orilla del río para, junto a la caravana rociera, comenzar el intenso camino que un año más llevará a Córdoba a postrarse a las plantas de la Blanca Paloma