Día extraño el de ayer, 1 de septiembre y viernes. Las cosas que tiene el calendario, que facilitó que el arranque del curso escolar fuera ayer suave, con dos días de fin de semana por medio, para poder comenzar ya el lunes de forma reglada. Los más pequeños, menores de tres años, matriculados en el primer ciclo de educación Infantil, fueron los primeros en pisar las aulas de las 239 escuelas infantiles de la provincia; junto a ellos, los profesores debían también hacer acto de presencia, primer contacto con los compañeros en unas aulas aún vacías, a la espera de que el bullicio llegue el 11 de septiembre; en la Universidad, los primeros fueron los de la Loyola Andalucía, que ayer puso en marcha el curso académico con su tradicional jornada de acogida para los nuevos estudiantes en los campus de Sevilla y Córdoba. Y otra señal de que el curso escolar arranca se notó en los centros de Carrefour de la capital, Lucena, Baena y Puente Genil, donde medio centenar de voluntarios participaron en la novena Vuelta al cole solidaria, una campaña impulsada por la Fundación Solidaridad Carrefour en colaboración con Cruz Roja Española. Con esta iniciativa, la institución humanitaria espera contribuir a llenar las mochilas de al menos 600 menores de la provincia.

Pero, sin duda, la imagen del día la pusieron los pequeños, sus lloros y pucheros pero también sus sonrisas y caritas de ilusión en una jornada de adaptación en la que participaron sus madres y algunos padres, deseosos de conocer el lugar y la metodología que seguirán sus hijos todo el curso. En la escuela infantil El Tren, un centro veterano que lleva 30 años de vida, en la calle Cronista Salcedo Hierro, desde primera hora de la mañana ya se notaba el bullicio, los lloros y las idas y venidas de padres. Patricia dejaba a Diego, un espabilado niño de 3 años que comenzaba su tercer año de guardería, en la que entró por primera vez con solo 7 meses. «Aunque llore alguna vez me voy tranquila porque sé que aquí está en buenas manos, muy bien cuidado y nunca sale llorando». María José Albarán llevaba a su tercer hijo, de solo 11 meses, a la escuela, un centro, El Tren, que conoce a la perfección y la deja tranquila, después de la experiencia con sus dos hijos mayores. «La niña, de dos años, estaba deseando venir», dice. Una de las tres propietarias de la guardería, Maite Pastor, señalaba que los que más notan el primer día son los pequeños de un año. «No tienen capacidad para entender que vienen solo un rato, sienten que los han abandonado y es más difícil para ellos el periodo de adaptación». En El Cuco y en Piratas, la jornada de adaptación fue también muy tranquila. El día tuvo su contrapunto en las críticas de la patronal y sindicatos, como CCOO, que denunciaron la reducción de las bonificaciones y pérdida de empleo en el sector.