No se me ha ido la olla, no, aunque se me va con frecuencia, que echo mucho de menos, no crean que no, el tener bien cerca a nuestro doctor Del Pino, cuyo olivo de Castro bien que recuerdo. ¡Ay mi cabecita loca! perdónenme que el pasado domingo no acudí a nuestra cita de casi todos los domingos desde hace no se cuantos años, más de veinte desde luego. Un asunto del internet, que se me vino abajo, de pronto, y eso que tengo, creo, pagada la luz. Menos mal que para luz os tengo a ustedes, mis leales, que hoy sé que acuden de nuevo a la cita dominical.

Buñuelos de santo, noviembre en fin, las castañas calentitas, que castaña rima muy bien con España, en este tiempo de banderas, que se están forrando los chinos del barrio de tanto vender al peso y por unidades…

Por eso, buñuelos del santo, y huesos de viento, porque son como mínimas flautas que soplar y llamar a los ángeles, en nuestro caso de Córdoba, los arcángeles, que hasta en eso somos distintos, y a mejor siempre.

Luego, pues todo lo demás. ¡Qué les voy a contar que no sepan! Pues que, para empezar, viajo en el AVE con Pastora Soler, guapísima, con su niña en coche, preciosa, y recordamos juntos a la altura de Córdoba el día aquel de aquella entrevista, cuando le dije: ¡Pastora, niña, quién fuera oveja de tu rebaño!

Y también viajo con Vicky Martín Berrocal, ¿o ya se lo he contado? Sigue siendo, ahora que está soltera, un pibón, como se dice ahora y con acento en la o, en esa edad otoñal, que es la más bella de la mujer.

Y con Banderas, el otro Banderas, que se baja en Córdoba con su maletita roja y su hoyo en la barba, y al que sentado le digo: «Enhorabuena maestro, por lo que haces, que lo haces muy bien, y por lo que no haces también».

Es un mensaje en trampantojo, que me salió redondo. Mientras el otro Banderas, Antonio, ya saben, empieza haciendo de Picasso para una serie de televisión. Por cierto, que ya saben que yo soy de los pocos que dicen que estuvo en su día de paso en Córdoba, y que por la noche fue a los Califas, inolvidable lugar para la historia de los duendes de la noche de nuestra ciudad califal.

Y además, a ver quién me dice lo que hay de verdad en que el maestro Quintero, don Jesús, tan buen visitador de Córdoba, atraviesa un mal momento, que si es millonario, que si vagabundo. En cualquier caso, distinto, diferente…

Y recibo mi Guía de la Tapa, que es como una historia de Córdoba, desde el sabor, biblia del paladar, evangelio del buen gusto.

Y la historia de ese buen chino que pasaba por Córdoba y se quedó para siempre, embajador de las flores, señor de los patios y además, por si era poco, a punto de convertir en un milagro hotelero, leo las Callejas de la Judería, donde está ese olivo que un día regalé al patio de mi amigo Rafael Carrillo, en su parador de la esquina donde sigue floreciendo como un árbol que es de los dioses. Por eso le doy aire por donde puedo y me dejan, a ese premio, el Óscar de las Flores, y agradezco desde aquí al señor Ping Fu su entrega.

Y veo con dolor al maestro Juan Polo, escultor y académico, discípulo del gran Benlliure, al que tanto le gustaba Córdoba, y que se nos ha ido. Y es que hay gente que debía de quedarse siempre, por los siglos, como nos queda, eso sí, su obra.

Y aprovecho, cómo no, para contarles que en el libro del ultimo Planeta tendría que estar, sin duda, nuestra ciudad, porque si trata del santo grial no hay que dudar que una pieza de ese vaso sagrado, el de la santa cena de Cristo, se añadió en Córdoba, y por parte de un platero cordobés, camino como iba, de paso, de un rey castellano…

Me leo un artículo, un articulazo, sobre Manolete, nuestro siempre en esta casa, del maestro Rafael Fernández, compañero de fatigas, que les recomiendo, si no en la prensa de hoy, con solo buscar en internet nuestra espléndida hemeroteca…

Y claro que sí, no me quiero ir de aquí sin dar la enhorabuena a mi buen amigo Antonio Ruiz, que se ha ganado, a urna y voto, el difícil cargo de secretario general de los socialistas de Córdoba.

Como para terminar, les digo que me ha alegrado mucho también que haya sido la invitada, y con éxito, de los desayunos de nuestro periódico nuestra presidenta Susana Díaz, de la que el otro día un sabio político me afirmó: «Susana está demostrando que, sobre todas las cosas, además de presidenta de Andalucía, que no es poco, es una mujer de Estado».

Lo que hago público, como dicen los papeles legales, «para general conocimiento».