-Lope de Vega fue personaje de novela. ¿Qué es lo que más sorprende de él hoy en día?

-Aparte de su prolífica obra, sorprende que tuviera tiempo para vivir. Se le reconocen más de 15 hijos y numerosas amantes. Es un personaje inmenso que es fácil describir en pocas palabras pero, en definitiva, es un hombre de excesos.

-Ser el mejor escritor de la España del siglo XVI. ¿Esa era su mayor obsesión?

-Su mayor obsesión era lograr la fama. Una fama que le hiciera inmortal. A ello dedica su tiempo, sus esfuerzos, a costa de muchas otras cosas. No conocía el término medio y para él la vida era puro teatro.

-Aventuras en la Gran Armada, andanzas amorosas, penurias, éxitos teatrales. Y además le sobró tiempo para escribir una obra extensísima.

-Para escribirla, revisarla, reescribirla, acudir a representaciones, compartir ideas con sus compañeros de letras y, luego, andar por las noches como maleante en pos de sus mecenas, tener lances de honor, asaltar balcones.

-¿La novela histórica distorsiona el pasado o ayuda al lector a sumergirse en otras épocas y conocer otras gentes?

-Creo que la novela histórica es un medio magnífico para acercar una historia que, en general, se nos ha presentado como aburrida a los lectores.

-A Lope lo hemos visto también en uno de los capítulos de la serie ‘El Ministerio del Tiempo’. Homenaje compartido.

-Es bueno recuperar la figura de Lope, porque en este año, que es el año de Cervantes, parece que Cervantes lo ocupa todo. Y eso no es así. El Siglo de Oro tenía a más gente importante. Entre ellos, a Lope, que es el gran olvidado.

-Su novela es un homenaje y también un retrato de la etapa más aventurera del dramaturgo.

-Es la época de la vida de Lope que menos se conoce. A pesar de tantas cartas como escribió y tantas comedias como representó, de su vida, de sus primeros años mozos y de sus primeros años de adulto apenas hay datos fidedignos. Y eso da pie al escritor a novelar, a ficcionar. ¿Por qué? ¿Por qué no hay datos de esa época? ¿Quería ocultar algo?

-Ladrón, embustero, adúltero, justiciero, padre deshonesto, amante fugaz, pecador irredento. ¿Qué otro adjetivo completaría su retrato?

-Excesivo. Lope no conocía el término medio. Él siempre lo dice. Dice: «Yo soy un hombre de excesos. No soy hombre de una única mujer. Soy un fiel creyente pero un gran pecador. Se puede ser pecador pero vil jamás». En fin, es mucho lo que es Lope. Tantas vidas como vidas tienen otros hombres.

-Pero Lope era, sobre todo, un genio de las letras.

-Sus coetáneos no lo tenían por tal. Sus enemigos literarios no valoraban su gran labor artística. Decían que lo que escribía era vulgar. Vulgar, defendía Lope, no es que esté mal escrito, sino que está hecho para el vulgo, para el pueblo. Y en eso radicaba su gran éxito. En que el pueblo entendía lo que escribía.

-¿La novela histórica sigue en auge o su interés ha mermado entre los lectores?

-Yo creo que es un género de importancia creciente. En estos últimos años, han surgido en España nuevas voces que nada tienen que envidiar a los autores anglosajones que, hasta hace bien poco, eran los que ocupaban los espacios en las librerías.

-Cuando escribió ‘El esclavo de Al-Hamra’, quedó deslumbrado por la herencia recibida de aquella Andalucía medieval. ¿Por qué se ha divulgado tan poco aquel mundo?

-La toma de Granada en 1492 hizo que todo el pasado árabe español quedara sumergido bajo el peso de la cultura cristiana. Y, sin embargo, ese pasado está ahí. En mi primera novela, intento rescatarlo para que no quede olvidado.