Vieja canción inolvidable, pero en este caso cierta. Mi peluquera de Sevilla Lola, la formidable profesional del programa en el que doy la cara, cada día mas ajada como es natural, me decía, mientras manejaba la maquinilla al tres:

-Señor Medina, si es que usted va siempre contra corriente. Resulta que, cuando más de moda se ha puesto la barba, va usted y se la quita.

Cierto, además, es que la calor me lo obliga, no hay ninguna otra razón, y por eso lo he hecho. Tres/pelos/tiene/mi/barba/sino/tuviera/tres/pelos/mi/barba/no/sería/mi barba.

Tampoco es la letra de Manolo Alejandro, el grande, que a veces ven por las playas del sur caminando, siempre pensando en una letra no sé si que pagar o que escribir.

La barba de Fidel Castro, que ahora mismo recuerdo tan cerca. La barba de un día para otro, por ejemplo, del exministro de Interior. Por cierto, que le he dado un abrazo, ayer mismo, en la estación del ave, a (Juan Ignacio) Zoido, y le he dicho, por lo pronto, porque es lo que siento:

-Adiós ministro, ya sabe donde me tiene y ahora más que nunca. Me dijo algo que no debo aclarar en este momento, cuando vuelan las navajas en el PP, sobre todo entre Soraya, y el joven palentino, al que llaman el Peperazi.

Continúo. Pero sobre todo, sobre todo, esa portada de Hola, no lo digo por hacer publicidad, con Paloma Cuevas, que es cosa nuestra. Cordobesa total, una de las bellas mujeres del mundo, en bikini, guapísima, y saliendo de la mar salada. Cuerpo, alegría, belleza casi insoportable, y la dignidad de la cordobesa. Enfin, que una portada como esa causa sensación en el mundo entero. Y cómo me gusta leer al poeta nuestro Alejandro cuando escribe como el otro día, en la quinta de nuestro diario. Sí, decirles ahora que tanto se lleva la cueva, desde lo de los niños de Tailandia, que la cueva más bella probablemente del mundo esta ahí cerca de Medina Azahara, y que es la cueva que alquila la genial pintora Pilar del Pino, que es un monumento a la cueva.

Y una historia que contar, como tantas. La casa más retratada últimamente en los anuncios, de casas por alquilar, la de Moriles, que es una gozada. Lástima que uno no tenga a mano un euro viejo que invertir, siquiera por unos días. Con viña incluso. ¡Cuánto le gustaba a mi amigo, Yale, que en paz descanse, aquello de:

-La elección es bien sencilla, o moriles o montilla.

Y pedía un moriles. Sin embargo, siempre tengo buenas noticias de la dama que mejor pinta, María José, de la que el otro día preguntaba porqué tan largo su silencio. Ahora pinta en las Tendillas de Córdoba, está con los dioses griegos, tamaño natural y además, pintando dos retratos institucionales. No pude conseguir quiénes eran, pero si sé que esta pintando, y bien, nuestra historia contemporánea.

No tengo mas remedio, y bien que lo siento, que hablar de Corinna, esa amante cabreada del rey emérito, que siempre que puede enseña la patita. Dios te libre de una malquerida, de una que ya es la otra. Y decirles también que yo conozco, y admiro a Sol, esa dama, viuda de un asesinado por ETA, que parece ser que dicen que dicen que fue unos años «novia del rey Juan Carlos».

Siempre cosas que contar. Que es verdad lo que le gustaba al viejo rey dormir la siesta en la judería de Córdoba, cuando preguntó aquella tarde de hace unos pocos años a mi viejo amigo Rafael Carrillo aquello de:

-Pero qué hace aquí este olivo que en el mosaico indica que te lo regaló Tico Medina, si él es de Granada.

Cierto. Como a veces digo me gusta mucho contar lo que he vivido y que pertenece a Córdoba. El olivo del Parador que se escapa por las altas tapias de patio con jardín de esa joyita hotelera donde siempre, o casi siempre, duermo, cuando paso por Córdoba. Y les diré un secreto. Paso sin quedarme, por si me quedo para siempre, que seria lo mejor que pudieran hacer estos viejos huesos.

Otro valiente, que este mapa nuestro es bien taurino. Padilla, que ha vuelto a torear después de la enorme cornada del otro día y que, aunque se le ha llevado media cabeza, sé que dijo esto a un buen amigo cordobés:

-Así el pelo que me nazca ahora me crecerá con mas fuerza.

Hay que ser valiente, sobre todo en este tiempo de cobardes, pero no quiero editorializar, que para eso ya están los mejores en nuestro periódico.

Y esta frase, para terminar, directa y al señor, perdón, por llamarle señor, Donald (Trump), a veces payaso de la cabeza panocha, ahí va, que es muy buena incluso para titular en estas circunstancias:

-En la Casa Blanca no gustan las aceitunas negras.