Sara Carbonero, una de las damas más bellas que he visto últimamente, aunque he sido el primero --lamento volverlo a decir-- que escribió de ella. Pero no pierdo la esperanza, con permiso de su esposo, el mítico portero de fútbol Iker Casillas, de algún día besarle la mano y demostrarle mi afecto. Bueno, pues a lo que voy, que se me va la santa al cielo.

Que Sara, que hace publicidad mucha y buena de bañadores, una alegría para el sueño, incluso para la larga vigilia, avisa que la moda exige:

a) Que sean de una sola pieza.

b) Que aunque sean de bikini o tri, que lleven muchos lunares, que deben ser redondos y no cuadrados como se han visto algunos,

Y que no se muestre el ombligo, que no hace falta y que ya se ve demasiado incluso en el mismo invierno, con huésped, que es como un cristal de bolilla de gaseosa, que oculta si es de botón, es un decir, porque hay muchos y hermosos.

Un servidor ha tenido el gusto de ver en una vida larga de poco enseñar el botón de la vida, aunque ya conocen el viejo refrán que dice «el ombligo del mundo está una cuarta mas abajo».

Cierto, si me permiten la reflexión. Y el erotismo incluso en este tiempo aún de mayo, con la feria ya a un tiro de piedra preciosa, y no digo de María Lapiedra, personaje sin duda de la tele que me dicen que tiene un bolo en no sé qué caseta de Córdoba. Les tendré informados para evitar aglomeraciones, aunque con salir a las calles de la alegría pueden verlas sin tener que mover la cabeza, que hay que llevarla para el sombrero cordobés, que reivindico desde luego este año con toda la fuerza.

Viajo en el AVE con Cayetano Martínez de Irujo, hijo de Cayetana y señor de El Carpio, tan nuestro, y a la altura de Montoro me levanto, que vamos separados, y voy y le doy un abrazo. Por que él sabe que le sigo queriendo, por todo y él lo sabe…

Y siempre con Córdoba en la mochila, porque de haber alma, que la hay, porque si no debe haberla, el alma es la mochila del espíritu, cosa que acepto como metáfora nuestra en esta tierra como es de figuras poéticas.

O no es casualidad que siendo de otro sitio sea tan nuestro Rafael Nadal, que sigue ganando partidos. Si es que además, Nadal se llama Rafael, que parece de nuestra tierra, porque como alguien dijo algún día «maneja la raqueta como si fuera una guitarra». Las dos cosas se parecen tanto que no hay más que verlas, que hasta por tener figura de dama tienen cuerdas incluso.

Y es que hay mucha Córdoba amiga que contar y que cantar al mismo tiempo, aunque ya sé, ya sé, que hay otras cosas que no son de tanto contar. Como por ejemplo lo de esos tipos de La Manada, a los que por lo pronto nuestra gente, nuestra tierra, ha hecho lo que tiene que hacer, que es declarar personas non gratas.

Aplausos que no nos falten, que por aplaudir no quedemos. Por eso aplausos a nuestra ministra de país andaluz Rosa Aguilar, doña Rosa, que se fue valientemente hasta Grecia para ayudar en todo a esos bomberos del sur que ya han vuelto a casa queridos, aplaudidos, nuestros. Porque salvar a los que vienen buscando la vida y pueden encontrar la muerte es de mucho tener en cuenta.

Y ese cartel a la salida de Madrid que va y dice, elegante y verdadero: Viana, puerta de los patios. ¡Cuánto te recuerdo siempre, trece patios del Palacio de Viana, donde por estar cerca de ellos estuve a punto de tener una casa alquilada, una de las cuarenta que he querido tener en esa ciudad y sus pueblos!

Pero a lo mejor no me quedo con la gana. Así que no saben lo que me alegro de saber que le han dado homenaje, merecido, a la familia del pintor Romero de Torres. Y como he contado muchas veces ya, entrevisté a su hijo Rafael y con él me retraté al pie de aquella escalera de su casa cordobesa. Porque yo soy de cariño por Córdoba desde hace ya más de medio siglo.

Y termino, mis leales, que he visto que en la revista Forbes, donde solo salen los grandes, está nuestro diseñador Palomo Spain, que ya está en todos los sitios, con su moda brillante y aseguran que ponible. Le sigo su trayectoria porque según leo siempre siempre echa por delante su nacimiento cordobés. Título, que por otro lado, no tiene todo el mundo.

Lo que hago público, cordobeses, para general conocimiento, que todo lo que es mío debe ser también de Córdoba. Y que si hay un lunar en el rostro o en el cuerpo, ya se sabe, que no sé si es cierto, las cosas como son, que para lunar, el de Inés Sastre, aunque me parece que se lo ha quitado… Que mujer alunarada, mujer afortunada. Aunque hay casos…