El violonista Ara Malikian (Beirut, Líbano, 1968), con los formatos de aforo más reducido por la pandemia, mantiene una importante agenda de actuaciones. Espectáculos, destaca el músico, «en los que hay otra energía, más tranquila, con mucho respeto y solidaridad».

- ¿A todo se acostumbra uno?

- Absolutamente. En los conciertos de este verano hay un momento en que bajo al público y me pongo la mascarilla. Hay una solidaridad en el ambiente y se crean unas emociones bonitas. Es una experiencia completamente nueva para disfrutar.

- En sus conciertos le hemos visto contarnos su vida con humor y confundiendo realidad y fantasía. ¿Es un gran vendedor de motos?

-Creo que no. Toco el violín. Lo que se ve en el escenario es lo que soy, con mis defectos y mis virtudes. El público paga un dinero, se toma su tiempo y sería irrespetuoso venderle motos. Y en cuanto a mis historias, algunas son exageradas, tuneadas... Pero mentiras no son. Siempre hay algo.

- Funde música clásica, folclore, rock... ¿Este género es usted?

- En mi vida he tenido la oportunidad de tocar muchos estilos. Un poco por obligación, para sobrevivir, y hoy en día me siento identificado con todos ellos. Pero no pretendo ser un purista. Lo hago a mi manera. Lo importante es llegar al público y emocionarlo.

- No es solo un señor que toca el violín: hay un personaje.

- Pues no lo sé. Ahora yo noto que llego al público, pero no siempre fue así. Cuando vivía en el mundo de la música clásica, las cosas eran diferentes. Me enseñaron que lo que piensa el público no importa tanto, que los que cuentan son los puristas, los críticos, los promotores, los managers... Pero me di cuenta de que es tu público lo importante. Es de quien vives.

-En directo parece una estrella del rock, con sus versiones de Led Zeppelin y Guns n’Roses, y esa imagen a lo Iggy Pop.

- Siempre me ha inspirado el rock de los 70, y de los 60, aunque realmente hacer covers no es el fin de mis conciertos. Los interpreto porque me gustan, pero este verano ya no tocamos tantos. Ahora prima más el concepto que el estilo.

- ¿Cuál es ese concepto?

- La intimidad. Es solo violín y piano. Tocamos composiciones propias y más música clásica que en la gira del año pasado. Con nuestra personalidad.

- ¿Ha pasado página de la gira ‘Royal garage’?

- La hemos adaptado. Creo que vamos a seguir con ese formato reducido al menos durante un año o año y medio. Así que vamos a grabar un petit garage con temas nuevos. La idea es sacarlo en Navidad.

- ¿En qué dirección van esas nuevas canciones?

- Son mucho más intimistas. El año pasado tocamos en lugares enormes, y ahora todo es más cercano. He compuesto temas para violín solo, algo que he tenido muy abandonado largo tiempo.

- ¿Le deprime la situación de sus compañeros músicos?

- Me preocupa, y me siento muy afortunado por poder girar, porque el 90% de mis compañeros están en el paro. Pero no temo por el futuro del arte: durante siglos ha sobrevivido a guerras, terremotos, pandemias... Me preocupa el futuro más cercano. Tocar ahora es muy importante para que el público no pierda la costumbre de ir a los conciertos.

- Si el año que viene los aforos siguieran siendo de 800 personas como máximo, ¿para usted eso es sostenible, o sería mejor parar y esperar?

- He vivido épocas en que he tocado para 30 personas, así que no me voy a poner exquisito ahora por tocar ante 800.Hay que adaptarse, pero tanto si vienen 800 como si son 80, yo estaré feliz de tocar para todos ellos.