Si el alzhéimer es una enfermedad mental progresiva de una persona, que se manifiesta en la pérdida de memoria y el deterioro intelectual y personal, el alzhéimer histórico bien pudiera ser la versión colectiva de la enfermedad cuyas secuelas solo pueden conducir a repetir los errores del pasado. Contra esa epidemia, la memoria se antoja como la única vacuna posible, una memoria fresca y activa que subraye horrores como el Holocausto como grandes agujeros negros a los que, bajo ningún concepto, debiera dirigirse ningún pueblo otra vez. Para combatir el alzhéimer histórico, la Casa de Sefarad volvió a conmemorar ayer en Córdoba la liberación, hace 75 años, del campo de exterminio de Auschwitz, una auténtica cámara de los horrores construida, según expuso el director de la institución, Sebastián de la Obra, sobre «la técnica y el experimento». Y es que, tal y como recalcó De la Obra, «el Holocausto no fue el resultado de la barbarie sino de la civilización, no se dio entre tribus indígenas sino en el epicentro de la ilustración, en el estado europeo con más conservatorios de música por metro cuadrado del momento», un lugar moderno y supuestamente avanzado.

Tras exponer esta idea, sobre la que volvió en varias ocasiones para insistir en que, pese a la creencia no meditada de que el horror nace del ignorante o de la ignorancia, lo cierto es que «es producto de la inteligencia», como demuestra la génesis del Holocausto. En este sentido, recordó que esta atrocidad humana no tenía como objetivo los judíos sino el planeta entero porque las víctimas de esa destrucción «fueron los judíos como podían haber sido y lo fueron los gitanos, como podían haber sido y de hecho lo fueron los republicanos, como podían haber sido y lo fueron las minorías sexuales...», y así sucesivamente.

La Casa de Sefarad, que lleva más de una década insistiendo en la importancia de la memoria como antídoto contra el odio y el sectarismo, alertó de que esa semilla «está presente hoy también», al tiempo que puso como ejemplo sendos ataques contra sinagogas cometidos hace cuatro años en París y Roma, alimentados por sectores yihadistas, por la extrema izquierda y la extrema derecha, o la actitud de víctimas del horror nazi que se resisten a renunciar al rencor y al resentimiento. Así, recordó las dos «espinas clavadas» en estos años de conmemoración, una la negativa de un superviviente de un campo de concentración a hablar con otro superviviente por tener éste el pasaporte israelí y otra, el cuestionamiento de familias musulmanas y judías sobre la veracidad de una exposición realizada en la Casa Sefarad sobre cómo algunos musulmanes rescataron del horror nazi a personas judías. El acto, enmarcado en los raíles de Auschwitz, acabó con un simbólico encendido de velas.

El debate continuará este jueves en la Filmoteca, donde se proyectará a las 19 horas el documental May your memory be love en el marco de los actos Auschwitz. El día después, tras lo que tendrá lugar un coloquio con la colaboración de la embajada de Israel en España y con la participación de Enrique Benítez Palma, Sebastián de la Obra y Samuel Bengio, presidente de Yad Vashen España.