Antonio Diéguez (Málaga, 58 años) es catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Málaga, y autor de Transhumanismo. La búsqueda tecnológica del mejoramiento humano (Herder). Junto al economista Enrique Benítez, ayer ofreció una charla en La República de las Letras en el marco del ciclo El mundo que viene.

-El transhumanismo preconiza el uso de tecnología para mejorar al ser humano, ¿sería algo similar a lo que ya se hace con los alimentos?

-No exactamente. El transhumanismo es una corriente filosófica o cultural que se está poniendo muy en boga. Lo que pretende es aplicar la biotecnología y la tecnología de la inteligencia artificial al propio ser humano. La analogía con los alimentos es que se podrían crear en el futuro seres humanos transgénicos. Pero la pretensión no es resolver ningún problema concreto, sino más bien mejorar al ser humano a través de la tecnología.

-¿Se podría perder humanidad?

-Ese es uno de los peligros y el objetivo central de los transhumanistas más radicales, no hay que olvidarlo, es precisamente ése: hacer que la especie humana deje de existir y sea sustituida por una especie poshumana que mejoraría la nuestra. Para los más radicales, la pretensión es claramente la deshumanización.

-En su libro, sin embargo, trata de arrojar luz para desterrar falsas ideas. ¿Una de las conclusiones sería que el transhumanismo bien regulado podría ayudar al ser humano?

-Efectivamente. Traté de explicar en qué medida algunas de estas promesas están fundadas en la ciencia real y en qué medida otras son más propias de la ciencia ficción. Entre las promesas basadas en la ciencia real, hay algunas aprovechables, por ejemplo, el aumento de longevidad de una forma moderada, de la salud o incluso de la inteligencia. No hay que estar cerrados por completo a este tipo de mejoras, pero hay que analizarlas caso por caso, porque también hay grandes peligros que hay que saber prevenir.

-Este movimiento tiene algo de pesimista. ¿Se confía en las máquinas para la mejora del humano y no en el propio ser humano?

-Ellos consideran que las técnicas tradicionales que el ser humano ha utilizado para mejorarse, como la educación, la cultura, la escritura, etcétera, han fracasado. La visión que tienen del ser humano es muy pesimista. Por ejemplo, consideran que el cuerpo no es más que una fuente de sufrimiento, que finalmente tiene que morir y que eso hay que evitarlo como sea. Entonces, algunos proponen el volcado de nuestra mente en una máquina. Yo soy muy escéptico respecto a esa propuesta, porque me parece que no tiene ninguna base científica.

-Por tanto, ¿los transhumanistas no consideran la vejez o el sufrimiento como una parte necesaria de la vida?

-Al contrario, consideran que la muerte es evitable. Quieren, en un primer momento, conseguir un cuerpo biológico mejorado, capaz de tener una extensión de vida indefinida, pero, finalmente, como podría morir, lograr el traslado de la mente a una máquina.

-Ahora se habla de transhumanismo, posverdad... ¿Las personas necesitan siempre ir más allá de lo que tienen?

-El transhumanismo es una manifestación del modo de sociedad que hemos creado. Se trata de mercantilizar al propio cuerpo humano, de convertirlo en un objeto más de consumo y de estar aspirando siempre a nuevas situaciones. Es una consecuencia bastante extrema de una mentalidad capitalista y neoliberal.

-Teniendo en cuenta promesas como la inmortalidad, ¿sería una nueva forma de religión?

-En eso se ha convertido para algunos, sí. De hecho, ya hay una iglesia transhumanista en los EEUU.