Mientras los cementerios eran un ir y venir de gente con el característico bullicio de estos días, en los templos todo fue recogimiento e intimismo alrededor de las imágenes devocionales que en este señalado día celebraron cultos.

Intimismo en el besamanos de la Virgen de las Tristezas en la parroquia de San Lorenzo o ante la Virgen del Rosario coronada, que lució en todo su esplendor en su capilla de la iglesia de San Pablo, así como en San Andrés, donde la Virgen de la Caridad, titular de la hermandad del Buen Suceso, recibió a los fieles en un sencillo altar de besamanos, en esta ocasión acompañada de San Juan y la Magdalena.

Una intensa jornada que comenzó a primeras horas de la mañana en la plaza de Capuchinos, por la que cruzó la Virgen de los Ángeles en sus misterios dolorosos en su rosario matutino.

Una plaza donde por la tarde se dirigió la Virgen del Carmen coronada de San Cayetano, que partió de su templo para celebrar la eucaristía ante la Virgen de los Dolores.

Ya con toda la noche echada, tras la capa blanca de la Virgen del Carmen coronada, en las calles aledañas a la parroquia de San Francisco, la Virgen del Amparo cruzaba a los sones de fúnebres y solemnes marchas poniendo el mejor broche a este día donde la iglesia recuerda a todos los santos.