El impacto del traslado de la carrera oficial al entorno de la Mezquita-Catedral, a nadie se le oculta desde el principio, tendrá no solo una repercusión cofrade, también afectará a la imagen de la ciudad, a sectores económicos como la hostelería y, en general, a la propia concepción de usos del Casco Histórico, una circunstancia que ya ha sido objeto de debates desde lo social e, incluso recientemente, desde el político.

Al respecto, hay que recordar que, hoy, al inicio de la Cuaresma 2017, los colectivos vecinales aún no conocen los pormenores del dispositivo de seguridad así como horarios de itinerarios para saber las horas de acceso a sus domicilios y cocheras, todo ello pese a reiteradas peticiones de asociaciones, el consejo de distrito Centro y del propio Consejo del Movimiento Ciudadano (CMC). Se ha informado, eso sí, de las medidas que ha previsto el Ayuntamiento en el entorno de la Mezquita-Catedral, pero «seguimos a la espera de saber, por ejemplo, a qué hora se puede entrar a las cocheras» o cual será el dispositivo final de emergencia, explicaba ayer Juana Pérez, presidenta del distrito Centro. Se trata de un plan que debe de perfilar la Subdelegación del Gobierno y sobre el que el teniente de alcalde, Pedro García, ha planteado dudas, originando una nueva brecha política en el gobierno local PSOE-IU.

Otra cuestión que trascenderá el ámbito cofrade esta Cuaresma será el inicio (si como previsiblemente llega a materializarse) de la retirada de una de las cuatro celosías de Rafael de la Hoz para poner en su lugar una puerta con igual diseño. El proyecto, que agilizaría enormemente el paso de las cofradías por el monumento y conocido como de la segunda puerta, ya tiene todos los permisos para su comienzo tras cuatro años de polémicas y hasta una consulta a la Unesco, después de que Urbanismo haya dado licencia de obras. Sin embargo, el proyecto sigue estando en el ojo del huracán de la polémica.