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No pudo ser el Domingo de Ramos, ni el Lunes Santo... pero sí que lo fue ayer. Pese a que la tarde comenzó con lluvia, finalmente todas las cofradías se echaron a la calle con una ilusión: hacer estación de penitencia en la Catedral.

De este modo, tras el reguero de cera dejado por las cofradías del Martes Santo, todas las hermandades del Miércoles llegaron a la Catedral, algo que nunca habían hecho conjuntamente, tal y como se aprobó en asamblea extraordinaria de noviembre de la Agrupación de Cofradías.

Hasta el día de ayer (quitando el Martes Santo, jornada en la que desde hace años todas las hermandades ya procesionan hasta la Catedral) no se pudo poner en práctica este deseo de hacer estación de penitencia en el primer templo. Eso sí, las cofradías no accedieron al interior del edificio, ya que el paso de la Piedad de las Palmeras no puede entrar y el resto de hermandades, en solidaridad, aceptaron hacer la estación de penitencia desde el Patio de los Naranjos ante un altar presidido por la custodia de Arfe en la Puerta de las Palmas.

Una estampa de absoluto silencio y recogimiento. Quedará para la historia cofrade de la ciudad el paso del Cristo de la Piedad, de las Palmeras, frente al Arco de Bendiciones. Toda una proeza la de esta hermandad que se puso en la calle desafiando la meteorología, sin usar la media hora de cortesía, para estar puntualmente en la Catedral.

A pesar de lo estudiado que estaba el reloj, fueron inevitables los retrasos en un día en el que todo era novedad y que dejó estampas inéditas como la hermandad de la Paz por Doctor Fléming, donde llegó la cofradía tras salir de una plaza de Capuchinos abarrotada. Un público que conforme pasaban las horas iban llenando las aceras haciendo a veces difícil el tránsito por enclaves como la calle San Fernando, pero sin llegar en ningún momento al caos.

Fue por esta vía donde pasó primero la hermandad de Pasión, que hora antes había salido de San Basilio. La cofradía contó en su salida con la presencia de la alcaldesa de la ciudad, Isabel Ambrosio, que protagonizó la llamada de una de las primeras levantás . El Señor de Pasión cruzó la ciudad con un elegante y original monte calvario de rosas rojas mientras que para la Virgen del Amor se optó por la clásica rosa color champán. También caminó hacia la Catedral la cofradía del Perdón, una joven hermandad que lleva ya años haciendo estación de penitencia en el primer templo. El Señor lució una nueva túnica morada con bordados del siglo XIX, adquirida en un anticuario y adaptada a la imagen por Antonio Villar.