Dos momentos tuvieron ayer los hermanos de La Gitana en los que se les encogió el corazón. Primero, cuando camino de San Andrés aún los nubarrones amenazaban lluvia y, segundo, para aquellos que cruzaron en el camino de ida por la Cuesta del Bailío, que este año no se santificaría con la presencia de la Virgen de piel cobriza y ojos verdes. Pero claro, la Esperanza si algo sabe repartir es precisamente eso... esperanza. Y así, el sol salió iluminando un exorno floral en el palio ajustadamente blanco de rosas, gladiolos y alhelíes blancos espectacular, calculadamente excesivo, explosivo... No puede ser de otra forma: el mejor reflejo del carácter de la cofradía. Y también se repartió esperanza, si no este año en la cuesta del Bailío, sí, por ejemplo, al salvar milagrosamente los balcones en la calle Juan de Mesa, al cruzar La Corredera, al dedicarle una chicotá a la cofradía de La Misericordia al pasar por San Pedro. Y es que... ¡hay tantas calles de Córdoba que quedan aún por teñir de verde esperanza!