-Voy a comenzar por lo que parece obvio: ¿mucho trabajo en esta Cuaresma?

-Pues no crea... El trabajo del delegado episcopal es durante todo el año. Yo hasta diría que en este tiempo se suaviza (ríe).

-¡Anda! ¿Y eso?

-Porque es un tiempo de trabajo intenso para las cofradías, pero centrado en su actividad interna, ensimismadas en preparar su estación de penitencia o sus cultos. Por eso quizá para la delegación diocesana es cuando se encuentra con menos problemas. Por supuesto, que también hay trabajo y un agenda muy amplia. También soy consiliario de la Agrupación de Hermandades y los actos se multiplican. Y claro, está la carrera oficial de Córdoba, que es muy especial y compleja...

-Pues empecemos hablando de ella. Dicen que la primera vez no demuestra nada y que la segunda lo demuestra todo. Esta segunda edición de la carrera oficial de Córdoba en el entorno de la Mezquita-Catedral es clave, ¿no?

-Efectivamente, la primera es la novedad, en la que hubo no grandes pero sí pequeños fallos, que durante todo el año se han ido subsanando y las propias hermandades han ido tomando conciencia de cómo mejorar en lo posible. Y ciertamente, este año se va a recoger el fruto. También es cierto que, al ser una carrera oficial nueva y con itinerarios distintos, la gente está... desconcertada. Además de que hay un intento de influir por parte de asociaciones, vecinos... y es que el tema de las hermandades y de la Iglesia siempre está en el punto de mira de grupos. Hasta que no haya transcurrido 7, 8 o 9 años no dejará de verse un poco así.

-Será una Semana Santa con muchísimos estrenos de calidad. ¿Están saliendo de la crisis las cofradías?

-Creo que sí. Las hermandades son como abejas trabajadoras todo el año. Trabajando poquito a poco sin parar. Y en esta crisis se han volcado, como todos bien sabemos, con el tema social, con Cáritas, con las parroquias, con sus vocalías sociales, ayudando a los propios hermanos que los estén pasando mal. Ahora, poco a poco se recuperan y van teniendo para el patrimonio propio.

-Las cofradías son el movimiento ciudadano más numeroso y el que cuenta con más jóvenes.

-Yo siempre lo he dicho: no hay grupo humano de ningún tipo que esté tan bien organizado, en la ciudad y el resto de la provincia, y tan numeroso. Y efectivamente, llevamos unos años donde cada vez son más los jóvenes que se van incorporando.

-Pero también, cuando llegan a cierta edad, muchos se van.

-Claro. Hay que formarlos y darle el protagonismo que se merecen, que vayan cogiendo tareas que sean importantes. Mis hermandades (las de su parroquia de San José y Espíritu Santo), La Veracruz y el Descendimiento, eso lo cuidan muchísimo.

-Pongamos cifras: se calcula entre 30.000 y 40.000 los cofrades en la capital.

-Para que una hermandad en Córdoba se mantenga, con algunas excepciones, debe de tener una base mínima de unos 600 hermanos, y esa es la media por la que están, incluso, las nuevas. El otro día me decían que la de Cañero ha superado esos 600 hermanos. Eso es garantía de perspectivas de futuro, sobre todo para hacer estación de penitencia en la Catedral. Y creo que las pro-hermandades y las cofradías recientemente incorporadas van a aportar a la Semana Santa. Lo han preparado muy bien. Yo lo que les pido muchas veces es que no tengan prisa.

-¿Y cómo es eso de que en los pueblos se ha disparado el número de cofradías a unas 600?

-Se van aprobando en los pueblos hermandades que han vivido durante muchísimo tiempo formalmente como asociación pública de fieles, cuando en realidad eran instituciones consolidadas, en ocasiones desde hacía siglos, En ciudades, pueblos... hasta aldeas, había hermandades indiscutibles que no se habían planteado dónde estaban sus estatutos. Eran cofradías y no lo sabían. Me acuerdo de mis tiempos de párroco en Fuente Palmera. En la aldea de El Villar, entre Fuente Palmera, Palma del Río y Écija, la procesión, el 14 de septiembre, iba prácticamente por el campo con toda la dignidad, bandas de primera categoría…

-Pero las diferencias entre cofradías en toda la provincia es tremenda. Hay hermandades que son instituciones y sus romerías un signo de identidad en pueblos, semanas santas singulares, diferencias abismales entre cofradías en la propia capital...¿Cómo se puede estructurar todo ello?

-Es lo que usted dice, no se puede comparar. Por ejemplo, se está celebrando el 425 aniversario del Nazareno de Priego, todo un acontecimiento… Y hay tantas diferencias como las hay en los sentimientos y en cómo se vuelcan en esas devociones, a veces centenarias. Por cierto, una riqueza patrimonial que va mucho más allá de lo religioso, extraordinaria, y que está muy bien mantenida por las cofradías.

-Además de lo divino, hablemos de lo más humano: el dinero. Empecemos por la parte más positiva, la obra social. ¿También se sale en eso de la crisis?

-Se sigue haciendo el mismo esfuerzo. No solamente han sido importantísimas las cofradías en los años de la crisis, sino que estatutariamente está recogida esa obligatoriedad de la obra social. La que no estaba recogida era la cantidad, y normalmente se ha venido entendiendo como un 10% de los ingresos.

-El otro aspecto del dinero. ¿Cómo se le explican las cuentas de una hermandad a Hacienda? Hace poco hubo una jornada porque, por mucha buena voluntad que se tenga, saber de legislación fiscal no es fácil.

-Se le está inculcando a todo el mundo que hay que llevar las cuentas al día. Aún así nos hemos encontrado con problemas que han generado conflictos dentro y hasta fuera de la hermandad. Y no solamente hay que llevar una buena contabilidad, sino presentar cuentas al Obispado. No hay que olvidar que son grupos dentro de la Iglesia reconocidos por el derecho canónico. Además está junto a las parroquias esa comunidad de bienes que se llama diezmo, un término que a ninguno nos gusta, pero que nos hace sentir corresponsables de esa pastoral de la Iglesia. No es una cantidad significativa para algunas hermandades y depende de cada situación.

-El obispo está contentísimo con las cofradías, ¿no?

-Nuestra idiosincrasia se manifiesta de una forma muy especial y sé que eso sorprende a veces, por ejemplo, a nuestros últimos obispos, que han coincidido en ser castellanos. Y es verdad que el obispo se ha pateado la diócesis y ha dado con una de las realidades más ricas de Córdoba, las cofradías. Y claro, nuestros obispos… tontos no son. Los cofrades son unos hijos a los que quiere nuestro obispo muy especialmente. Eso no quita que a todo hijo se le llame a veces al orden y… el delegado diocesano también está para dar algún coscorrón y solucionar problemas si los hay.