La venerada y popular Virgen de la Merced, de la cofradía de este nombre y con sede canónica en San Antonio de Padua, ha iniciado esta noche su regreso con una procesión extraordinaria desde la iglesia del antiguo Convento de la Merced, donde hoy ha estado expuesta, para marcar el cénit del intenso programas de actos culturales, religiosos, sociales y devocionales que ha organizado la hermandad para conmemorar los 8 siglos de la orden Mercedaria, especialmente ligada a la ciudad de Córdoba.

La imagen, sin palio y en un paso cedido para la ocasión por la hermandad del Carmen de San Cayetano, ha salido del templo barroco tras una misa presidida por el obispo, Demetrio Fernández, y precedida por la banda de cornetas y tambores de Coronación de Espinas, de la propia hermandad mercedaria, en la Cruz de Guía, acompañada detrás de la imagen por la agrupación musical de Cañete de Las Torres Tubamirum. En la calle central el cortejo procesional portó la imagen del fundador de la orden, San Pedro Nolasco, procedente de la canastilla del misterio de la cofradía.

La procesión, que cruzará Santa Marina y que despierta pasiones en los barrios de Levange, está repleta de gestos de profundo significado, como el estreno de una marcha de Francisco José Cañadas Ruiz y el padre José Antonio Rojas Moriana en cuya creación, en parte de las letras, han participado reclusos de la prisión de Córdoba. El gesto es uno de los muchos que recuerdan en la procesión la tradición de amparo a los presos y de liberación de cautivos de la orden Mercedaria, de la que es heredera la hermandad incluso hoy en día, por ejemplo, a través de la Pastoral Penitenciaria de la Diócesis.