La lluvia ensombreció el Viernes Santo las procesiones de la Arhicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y de la Virgen de la Soledad, pero pese al mal tiempo, varios miles de personas se echaron a la calle para seguir las procesiones, que realizaron una magnífica santería.

El Viernes Santo se abrió a las seis de la mañana con la salida desde la capilla de las cinco procesiones de la Archicofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, cuyo hermano mayor es Gonzalo Beato Cantizani. La de su titular fue mandada por Francisco de Paula Beato Cantizani y los manijeros de las otras cuatro procesiones fueron Álvaro Algar Aragón (Santa Mujer Verónica) Rafael García Muñoz (Santa María Magdalena), Juan Lara Jiménez (San Juan Evangelista) y Víctor Cortés Martín (Nuestra Señora del Socorro). Como manda la tradición, la ciudad se vistió de morado, que es el color de las túnicas de santeros y hermanos de Jesús, acompañados por las penitentes enlutadas con velo y corona de espinas. A la 8.15 horas, tras la bendición de Jesús en la Plaza Nueva, la lluvia hizo que los pasos fuesen encerrados en la iglesia mayor de San Mateo, donde se mantuvieron hasta la 19.30 horas, en la que se realizo el traslado a su templo en la capilla de Jesús de la iglesia de San Pedro Mártir de Verona. Las procesiones previstas para la noche, el Santo Entierro y la Santa Cruz no salieron ante el riesgo de lluvia.

El Sábado Santo, la plaza de Santiago se abarrotó para ver la salida de nuestra Señora de la Soledad, acompañada por muchas mujeres de mantilla.