Algo distinto pasaba en el barrio de San Lorenzo. Ayer no era 24 de mayo, si bien todo presentaba idéntico escenario. Las calles engalanadas, el rosa y azul en los balcones y el alegre caminar de la patrona de los salesianos que volvía a las calles en una inédita procesión para conmemorar el centenario de la bendición de su santuario.

Puntualmente el característico paso dorado de María Auxiliadora quedaba enmarcado en las puertas de su centenario santuario. El paso fue exornado para esta histórica ocasión con nardos en las esquinas y jarras y un elegante friso de orquídeas y rosas blancas. Como novedad, lució un nuevo cetro así como los faldones del paso confeccionados en brocado blanco.

Como el 24 de mayo, la Virgen se trasladó para la misa. Esta vez no era en el patio del colegio salesianos sino en la Catedral donde la esperaba el obispo de la diócesis, Demetrio Fernández, para celebrar un solemne pontifical como acción de gracias por estos cien años de vida del templo donde recibe culto.

Un traslado a la Catedral donde destacó la visita a las reliquias de los Santos Mártires en la basílica menor de San Pedro. Hasta el lugar entró el paso de la Virgen y una vez allí se hizo una ofrenda floral y rezó una oración por los cristianos perseguidos.

En la Catedral

Con mucho calor avanzaba el cortejo en dirección a la Catedral, donde llegó pasadas las siete de la tarde. Una vez en el primer templo de la diócesis, dio comienzo la solemne eucaristía donde participaron cientos de personas vinculadas a la familia salesiana.

El obispo de la diócesis, Demetrio Fernández, fue desgranando una intensa homilía donde la advocación de María Auxiliadora estuvo muy presente. El prelado felicitó a los salesianos por esta efemérides a la vez que los invitó a llevar «sobre vuestros hombros a esta imagen de María que es reina». Una devoción que ha pasado de «padres a hijos» como «he podido constatar cada 24 de mayo en el patio de vuestro colegio», señaló el obispo. Finalmente, el obispo dio las gracias por todos estos años que la Virgen Auxiliadora «ha estado tan cerca de nosotros». Antes de concluir la eucaristía, el obispo se dirigió a la familia salesiana pidiéndole que «María Auxiliadora siga siendo la que os bendiga», siga siendo «el sello en los colegios salesianos».La eucaristía concluyó con el popular himno a María Auxiliadora entonado por el coro de la Catedral y el público asistente.

En el exterior, el Patio de los Naranjos estaba repleto de fieles que esperaban la salida de María Auxiliadora de la Catedral. Poco a poco la banda de cornetas y tambores Caído-Fuensanta, situada en cruz de guía, se abría paso entre el público. A lo lejos una nube de incienso presagiaba ya el paso de María Auxiliadora que caminaba muy despacito bajo las naves de la Catedral.

Avanzaba la banda Caído- Fuensanta por la Puerta del Perdón y el cortejo iba lentamente ocupando el Patio de los Naranjos mientras la patrona de los salesianos estaba en la puerta de las Palmas a punto de reencontrarse de nuevo con la ciudad.

Los ciriales arriba indicaban el inminente caminar de la Virgen. El capataz Juan Carlos Vidal llamaba a la cuadrilla. Tras el golpe de llamador se levantó el paso de la Virgen que hacía su salida de la Catedral a los sones de la sociedad filarmónica del Carmen de Salteras.

Se iniciaba así una inédita procesión de María Auxiliadora por las calles de la ciudad, poniendo el broche de oro más glorioso y popular a los cien años de vida del templo que cobija a esta arraigada devoción.