En tiempos donde, por uno y otro lado, se contraponen argumentos de los vecinos y los cofrades sobre la nueva carrera oficial en el entorno de la Mezquita-Catedral, la cruzada en la que está embarcada la hermandad del Vía Crucis es todo un contrapunto. Su trabajo para recuperar la costumbre de los altares de los vecinos al paso de la cofradía en su estación de penitencia, su programa de actos divulgativos y su investigación histórica trasciende lo cofrade y entra en la antropología y en lo científico.

Pero hay que ir más allá, sobre todo este año, donde la hermandad ha celebrado en Cuaresma un acto de reconocimiento a los vecinos del Centro que colaboran en la recuperación de los altares en esta jornada. Todo un trabajo serio para hermanarse con unos residentes que, cada año, ven llegar, entre tambores roncos y nubes de incienso en calles oscuras del Centro a un cada vez más querido Cristo de la Salud. Ese vecino tan especial.