Con motivo del día de los fieles difuntos todo el que se acerque a los templos podrá comprobar cómo la mayoría de las titulares marianas de las cofradías de penitencia se encuentran vestidas de luto, es decir, completamente de negro, en recuerdo de los difuntos de la hermandad.

Como es tradicional, el luto es una muestra de sentimiento con el que los amigos y la familia despiden a un ser querido. En este sentido, y según los historiadores, la costumbre de llevar ropa negra en señal de luto se remonta al menos al Imperio Romano, cuando la toga pulla, hecha de lana de color oscuro, se vestía durante los periodos de luto. En España fueron los Reyes Católicos quienes impusieron en su reino el color negro en el luto a través de la Pragmática Real, costumbre que fue seguida por los países cristianos.

En relación a las cofradías, y a pesar que desde el siglo XVI las dolorosas se visten de negro, en la mayoría de los casos adaptando la indumentaria del luto de las viudas de la corte de Felipe II, la tendencia, tal como la conocemos hoy de vestir a la Virgen de luto durante el mes de noviembre en recuerdo de los fieles difuntos, surge en Sevilla en la segunda mitad del siglo XX, siguiendo el modelo que el recordado Juan Manuel Rodríguez Ojeda realizó en hermandades como la Macarena o la Hiniesta a principios del siglo. El caso más famoso, cuya foto ha dado la vuelta al mundo, es la Virgen de la Esperanza Macarena vestida de luto por la muerte de Joselito el Gallo en 1920, un modelo que fue evolucionando con el paso de los años hasta llegar al que vemos en nuestros días.

De este modo, el luto actual de nuestras dolorosas en el mes de los fieles difuntos o por el fallecimiento de una persona destacada de la hermandad aúna la severa tradición castellana de más de cuatrocientos años y la versión sevillana del siglo veinte.