El curso cofrade, un año más, ha llegado a su fin, tan solo queda la festividad de la Virgen del Carmen para dar por concluido un curso para olvidar y para recordar en algunos aspectos.

Un curso donde se han quedado atrás muchos proyectos iniciados y donde han quedado en el aire las ilusiones de miles de cofrades. En este curso que acaba no se han podido llegar a ver importantes estrenos para el engrandecimiento de la Semana Santa, como la incorporación de la joven hermandad de la Conversión (Electromecánicas) a la carrera oficial o el palio de la Virgen de la Esperanza del Valle, titular mariana de la hermandad de la Cena.

El 2020 quedará para el recuerdo como aquel en el que no hubo pregón de Semana Santa, ni de glorias. Que no hubo nazarenos en las calles, ni pasos, ni cera derretida en la calzada y tantas y tantas cosas más que tendrán que esperar, pero también se recordará por ser un año muy solidario donde las hermandades han puesto de relieve uno de los principales pilares en el que se sustentan: la caridad.

Así, desde que se desató la pandemia han sido cientos de proyectos e iniciativas solidarias las que han puesto en marcha las cofradías, dejando sobre la mesa el importarte papel que juegan en la sociedad cordobesa, cuya presencia va más allá de poner pasos en la calle como muchos piensan.

Esta crisis sanitaria también ha impedido que las hermandades exploten uno de sus mayores recursos como son las cruces de mayo, las verbenas populares o las casetas de la feria, de cuyos beneficios salen importantes proyectos patrimoniales. Algunos de ellos han tenido que ser paralizados ante la falta de recursos, ya que lo poco que van recaudando, en la mayoría de los casos, ha quedado a disposición de Cáritas parroquial.

Esta situación también afecta a los oficios que se dedican a la Semana Santa, puesto que si las hermandades no encargan trabajos, estos talleres difícilmente podrán subsistir.

A partir de ahora se abre un tiempo para la reflexión, para reinventarse, para ver de aquí a septiembre cómo evoluciona esta pandemia y ver cómo las cofradías comienzan a retomar la normalidad, sobre todo con los actos de culto externos.

Por lo pronto, el próximo 16 de julio no podremos disfrutar de la Virgen del Carmen en la calle, ni en agosto con la Virgen del Tránsito y, si la cosa no cambia, tampoco se podrá celebrar ninguna de las procesiones de septiembre, incluida la de la Virgen de la Fuensanta.

Esta crisis también ha sido un varapalo para la hermandad de la Paz, que ha tenido que posponer al año que viene la coronación pontificia de su titular, así como gran parte de los actos previos, ya que por el momento no hay garantías de que se celebren con normalidad.

Son momentos de incertidumbre, momentos duros que sin duda hay que vivir con la esperanza de que esto tan solo es algo pasajero y en menos de lo que pensamos las cofradías volverán a formar parte del paisaje urbano de la ciudad.