Por fin decimos adiós a este año, un “Annus horribilis”, utilizando esos latinajos que tanto gustan a las cofradías. Un año para olvidar, un año que como es lógico ha repercutido negativamente en el devenir de nuestras hermandades.

Ha sido un año para pensar, para meditar y para muchos comprobar si las cofradías están a la altura de las circunstancias y demostrar que por encima de toda la parafernalia que envuelve a la Semana Santa emerge la mayor de las virtudes cristianas: la caridad. Así, con esta virtud por bandera, las cofradías han ayudado a los más necesitados y podemos decir, porque así hemos dado cuenta a través de estas páginas, que han sido muchas las familias e instituciones que se han beneficiado de su labor.

Un 2020 que pasará a la historia cofrade como el año que no hubo pregón de Semana Santa, ni de juventud cofrade, ni de glorias. Un año en el que ni tan siquiera hubo pasos en las calles, ni ambiente en los templos, ni nazarenos, en definitiva una Semana Santa frustrada donde no pudieron llegar a verse importantes estrenos para el engrandecimiento de la misma, como la incorporación de la joven hermandad de la Conversión (Electromecánicas) a la carrera oficial o el palio de la Virgen de la Esperanza del Valle, titular mariana de la hermandad de la Cena que un año más se quedó en casa.

Un año donde tenía que haber sido coronada canónicamente la Virgen de la Paz y Esperanza. La titular mariana de la hermandad de la Paz, tendrá que esperar a un año mejor, un año donde el único contagio posible sea el de la devoción y el cariño a la Paloma de Capuchinos.

También ha sido un año electoral, puesto que las cofradías estaban llamadas a las urnas en el mes de junio para votar nuevo presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías. Unas elecciones que se pospusieron al mes de septiembre donde Olga Caballero Marín sucedió en el cargo a Francisco Gómez Sanmiguel que tras ocho años de un fructífero mandato no podía continuar en el cargo.

Fue a partir de septiembre cuando las cofradías fueron poco a poco retomando la normalidad, si bien sin procesiones en las calles pero celebrando sus cultos con muchas medidas de seguridad. Tan solo la Virgen de la Paz y Esperanza salió a la calle para presidir el rezo del rosario. Unos pocos metros hasta llegar a las plantas del Cristo de los Faroles que supieron a gloria. Con este acto se recuperaba la esperanza de volver a ver a las cofradía en la calle.

También de la crisis sanitaria ha surgido un nuevo acto en torno a las imágenes como son los actos de veneración en sustitución del tradicional besapiés o besamanos, es decir exponer a los sagrados titulares para que los fieles se acerquen sin poder tocarlos.

Y en medio de todo este panorama la hermandad de la Sentencia presentó y bendijo el nuevo manto de salida de María Santísima de Gracia y Amparo, un hecho que sin duda sirvió para retomar la ilusión cofrade y por un momento pensar que este año, que ahora se va, solo ha sido un mal sueño y que más pronto que tarde las cofradías volverán en todo su esplendor a llenar las calles de la ciudad.