El inicio de los trabajos de mejora del río Cabra en su tramo alto a su paso por el casco urbano, a través de ese proyecto de restauración ambiental e integración urbana y paisajística del que se ha venido hablando bastante en los últimos años, está ya a la vuelta de la esquina. Un proyecto que una vez deje de estar diseñado en papel y sea una realidad, permitirá a la ciudad dejar de dar la espalda a quien durante siglos fuera uno de los motores de impulso del sector agrícola.

La recuperación de ese espacio fluvial conllevará un redescubrimiento por parte de todo el tejido social egabrense, que en la actualidad y en su mayor parte desconoce, y que servirá para garantizar su supervivencia de la zona en los años venideros, dejando para el futuro un patrimonio natural que nunca debió perderse y que debe servir para tomar conciencia de su importancia.