Toda una década después que comenzara a hablarse del proyecto de restauración ambiental e integración urbana y paisajística del río Cabra, la iniciativa comienza a dejar de ser un espejismo para ir convirtiéndose poco a poco en una realidad, una obra que a su término, dejará de ser una idea para convertirse en un espacio tangible que permitirá a la ciudad reencontrase con quien durante siglos fuera uno de los motores de impulso del sector agrícola, especialmente de las huertas que se encuentran a su paso.

Un reencuentro para algunos y todo un descubrimiento para otros, con la recuperación de un área fluvial que al igual que ha sucedido ya con proyectos de este tipo realizados en otras ciudades, tendrá también entre sus fines el garantizar la supervivencia para el futuro de todo un patrimonio natural que nunca debió perderse.