En un balonmano en el que el predominio físico es cada vez más agobiante, España apuesta por una filosofía de juego en el que la inteligencia y la riqueza táctica priman sobre los kilos y centímetros.

Un estilo de juego que encarna como pocos el central Raúl Entrerríos, último representante, como él mismo es consciente, de un modelo de director obsesionado por facilitar el trabajo a sus compañeros, en contraposición con los robóticos centrales actuales, más preocupados por su cuenta goleadora que por la dirección.

Aunque si alguien ha representado en este Europeo la esencia de ese modelo propio del balonmano español es el lateral Eduardo Gurbindo, injustamente apartado del equipo ideal del torneo.

La falta de foco mediático del jugador navarro ha impedido a Gurbindo añadir a la medalla de oro algún galardón individual, pese a ser, indiscutiblemente, no solo el jugador español que más ha brillado en el torneo, sino seguramente el mejor de todo el campeonato.

Esta fortaleza colectiva no ha podido ocultar la espectacular irrupción del extremo Ferrán Solé, que en su primera participación en una gran competición internacional se ha ganado, con todo merecimiento, su inclusión en el equipo ideal como mejor exterior derecho del Europeo.

La presencia de Ferrán Solé, Aitor Ariño o Alex Dujshebaev confirma la llegada a la selección de una nueva generación de Hispanos al equipo nacional, que presentaba hasta siete novedades con relación al que cayó hace dos años ante Alemania en la final del Europeo de Polonia.

A seguir peleando

Con esos mimbres, Jordi Ribera, el otro gran triunfador del torneo, intentará trenzar un equipo que siga peleando en los próximos años por los primeros puestos en cada gran competición internacional, sin apartarse del camino que le hace único.

La lección táctica que el preparador español ofreció no solo en la final ante Suecia, un partido en el que España desarboló por completo a los escandinavos en la segunda mitad, sino también en las semifinales ante Francia, demuestra la categoría del seleccionador. Entrenador metódico hasta extremos insospechables, Ribera cree firmemente en un estilo de juego en el que la inteligencia prima sobre el músculo y en el que la fuerza del colectivo está por encima de cualquier jugador. En definitiva, cree en ese camino propio trazado por el balonmano español.