El argentino Andrés Nocioni, ala-pívot del Real Madrid, se retirará al final de la presente temporada, según ha anunciado él mismo en una carta publicada en Twitter y que oficializará este martes en un acto en el Santiago Bernabéu.

A sus 37 años, el argentino ha completado una carrera espectacular, tanto como integrante de la generación dorada de la selección Argentina, con la que conquistó, entre otros trofeos, un oro olímpico (Atenas-2004) y un bronce (Pekín-2008), como a nivel de clubs con el Baskonia y el Madrid, con los que ha levantado una Euroliga, tres Ligas y cinco Copas, además de construir una solvente carrera en la NBA , donde pasó ocho años entre Bulls, Kings y Sixers..

"He decidido madurar, señores", continúa. "Me cansé de discutir con los árbitros por fallos que nunca sabremos si fueron erróneos. No quiero que me cobren más faltas técnicas ni tampoco volver a pagar gimnasios o cenas de equipo a cuenta de mis multas".

"Debo progresar. Lo he meditado lo suficiente. Basta de pelear con rivales, basta de noches sin dormir por victorias con angustia o derrotas que son puñales. Se terminó... Pretendo mejorar mi conducta, mis hábitos. Y como tengo en claro que no podré cambiar mi temperamento jamás. Me retiro. Me voy antes de que me echen", asegura.

SUEÑOS CUMPLIDOS

Nocioni señala que vivió como jugó, fue "siempre honesto" y entregó su "corazón" en cada club en el que estuvo y que deja el baloncesto de la manera que quiere: "compitiendo en el más alto nivel de Europa y en un club de máxima jerarquía mundial".

Rememora que "en el camino" ha cumplido "muchísimos sueños", que ni se "imaginaba. "Llegué más lejos de lo que esperaba. Compartí camiseta con alguno de los mejores jugadores del mundo. Y me enfrenté con muchos otros a los que veía en fotos. Me descubrí en lo más alto de un podio olímpico con la camiseta que más quise, en una tarde que jamás olvidaré. grité, sufrí, festejé, lloré: crecí. Nunca me entregué. Ni en los peores momentos, que por supuesto también los tuve", manifiesta.

El argentino dedica un capítulo de agradecimiento a su esposa Paula, a sus hijos, familia, compañeros, técnicos, preparadores físicos, cuerpos médicos, a sus agentes, e incluso a los árbitros, "que con seguridad organizarán una fiesta mañana mismo".