Lo que no pierde el Córdoba, ni Sandoval, es el ambiente dentro del equipo. Es indudable que, desde su llegada, el de Humanes ha logrado mantener un hábitat de buen rollo en el entorno que no se ha visto mermado por la derrota de la pasada jornada en Soria. Eso sí, el técnico blanquiverde insistía ayer, durante la sesión, en un concepto que tiene su base en la teoría que lanzó tras el 2-1 en Los Pajaritos. Si él valoraba que podía haber existido cierta relajación, en la sesión en la ciudad deportiva marcaba a los jugadores que «es la última, es la última, si lo dejamos estamos muertos, no hay otra oportunidad después». Sandoval recuerda al chascarrillo de aquel que lo aprovechaba todo. Habla hasta por los codos y, por aprovechar, se dio un garbeo por el campo con los dos que entrenan aparte por sus molestias. Mientras que el resto ya estaba en lo suyo, el técnico blanquiverde andaba alrededor del campo acompañando a Sergi Guardiola y a Aythami.

Eso, en lo que a mentalidad y recuperación del ánimo se refiere. Pero está el fútbol y Sandoval tiene una papeleta que resolver. Apostó por Álvaro Aguado en Soria, que junto a Reyes suponía conceder demasiado al rival por dentro en un encuentro en el que quizá hubiera sido más oportuna la otra versión.

Ahora, ante el Lorca, igual necesita más agilidad y velocidad con el balón, que se lo da el chaval, pero viene de realizar un encuentro equiparable al de Aguza ante el Oviedo. Por lo tanto, lo lógico sería recuperar al catalán como acompañante de Edu Ramos, a pesar de que no estuvo muy acertado ante los carbayones. Pero el trabajo que ofrece por dentro es innegable.

Por lo demás, el once no debe diferir en demasía sobre el planteado en tierras castellanas, incluida la «incomodidad» de Narváez por la izquierda. El Córdoba tiene que volver a vivir al límite el domingo.