Hubiera merecido la pena que el encargado de confeccionar esta plantilla, el pasado verano, aunque fuera de potra, hubiera acertado. Sí, tendríamos que aguantar semana sí y semana también lo bueno que es en todo, incluido el fútbol, pero al menos el equipo, este Córdoba, no estaría paseando por toda España dando esa imagen. La realidad le dijo a ese «responsable» que no, que no es director deportivo por mucho que juegue al Fifa Manager y que el fútbol, algo que se le venía advirtiendo desde hacía años, le está devolviendo, colleja a colleja, tanta falta de respeto. El problema es que no paga él. Pagamos todos. De hecho, él es el que menos paga.

Ante el error, suyo y solo suyo, había que recurrir entonces a lo que dice que es. Ya que quedó claro que en lo de la dirección deportiva no tiene futuro y es, oficialmente, «empresario», había que pensar que ante el error en la gestión tendría que recomponer tanto dislate en una reinversión que alcanzara también a esa demandada -y proclamada en su momento- profesionalización del club. Invertir de qué, pensaría, si ya está todo invertido en «servicios exteriores». El Córdoba, por cierto, es de los líderes de la categoría en ese epígrafe contable. Para entendernos, una especie de «cajón de sastre» o «cajón desastre» en el que se puede meter de todo. En eso sí que es campeón, mientras que en la gestión deportiva, llevada por aficionados -empezando por el «responsable»- se ha gastado un poquitín más que en los llamados «servicios exteriores». No es ni más ni menos que la consecuencia del club Córdoba. Lo del fútbol... Una excusa.

No hay nada bueno en lo que le está ocurriendo al Córdoba, aunque sean experiencias enriquecedoras o, al menos, de las que aprender para el futuro. Una de ellas es el tiempo que dará hasta junio a hablar de números. Otra, se centra en el propio damnificado. Este Córdoba ha de avisar al resto de lo que puede andar suelto por ahí en un futuro, presto a tomar otra víctima, a imagen y semejanza de la blanquiverde, que tendría que intentar evitar que se pudiera hacer en otro sitio lo que se está haciendo aquí.

Y no será por número de jugadores, ya que el Córdoba «tiene 40 jugadores, contando a los del filial». Media docena del segundo equipo ya han debutado después del encuentro de ayer en Cádiz, siete si contamos a Loureiro, porque el chaval no está para éstas y bastante voluntad le pone.

Se le cayó a Romero Fernández por un problema familiar y el joven técnico -calco de Carrión, como ya se avisó- incluyó a Pinillos como central y a Markovic como extremo izquierdo. Qué más da. La única pega es que la agonía, ya terminada hace tiempo, dará paso a un duelo largo, demasiado largo, ya que desde arriba quieren asegurarse por completo de que sea así.

La diferencia de este Córdoba con muchos de los equipos de esta Segunda es de concepto. Contratar jugadores que «la tocan bien» es hacer un equipo de aficionado para aficionados. Y este Córdoba debía ser como el resto: un equipo de profesionales para profesionales. Es decir, un Córdoba que compita.

Así, desde la grada, siempre le dirán a uno que «el equipo no ha estado tan mal» y que el único problema es que «la defensa es muy flojita», esto último algo cierto desde el primer partido de Liga. Pero ¿y el trabajo en el centro del campo? ¿Y la pelea de los balones divididos? ¿Y el orden en la presión? ¿Y el trabajo sin balón? En definitiva: ¿Y lo feo del fútbol, el trabajo?

En solo ocho minutos el Cádiz se lo mostró al Córdoba en lo que es su catón futbolístico de los últimos años: error por dentro del rival, velocidad entre los centrales de Álvaro García y gol. Durante los 80 minutos restantes no pasó apenas nada porque el Cádiz no quería que nada pasase. Tres desajustes, tres virtudes del Córdoba o tres despistes locales dieron como resultado un trío de ocasiones para los blanquiverdes. En 80 minutos. Sergi Guardiola dejó solo a Markovic ante Cifuentes y éste le sacó el balón. Jovanovic tuvo un disparo escorado que el portero cadista también sacó a base de reflejos y un disparo de Jaime Romero desde la frontal también se encontró con el arquero local. Los de Cervera, por su parte, acertaron con el segundo a 15 del final en una jugada prácticamente calcada de la primera y con el mismo goleador. El Córdoba, durante 80 minutos se hartó de balón, el balón que, como casi siempre, le regalan a los blanquiverdes en esta Segunda que es para trabajadores, para pícaros, para el esfuerzo y en donde la calidad no se demuestra en un pase horizontal repetido cientos de veces, sino en el momento preciso para que se convierta en gol o para evitarlo. El resto, trabajo. Y este Córdoba lo hace exactamente al revés. Tocar hasta aburrir en una posesión prestada y, cuando toca trabajar, desierto. Solo un hombre haciendo desmarques de ruptura (Jovanovic), aunque sin suerte en los metros finales, demasiado acelerado y, por supuesto, Sergi Guardiola, que está más en lo que es el fútbol de Segunda que el resto del equipo, incluido su entrenador.

No se les puede pedir lo que no tienen porque ya llegaron sin ello. Otra cosa es quien o quienes los eligieron que, silbando y mirando a otro lado, continúan afirmando que en esto del fútbol lo de la inversión no sirve para nada. Parodiando a Unamuno: «Que inviertan ellos». Es mucho más importante para un club la partida de «servicios exteriores» que el límite salarial, dónde va a ir a parar. Lo saben todos los clubs, sobre todo los de Segunda. Y si no lo saben, que aprendan, hombre.

Mientras tanto, el Córdoba continuará con su particular vía crucis. Largo y penoso vía crucis. Hasta junio.

Ficha técnica:

Cádiz: Cifuentes; Carpio, Kecojevic, Villanueva, Bijker; Garrido, Abdullah, Álex Fernández (Eugeni, m.76); Salvi (Aitor, m.87), Álvaro y Romera (Carrillo, m.46).

Córdoba: Kieszek; Loureiro (Waldo, m.72), Caro, Pinillos, Galán; Ramos, Lara, Jovanovic (Romero, m.78), Caballero, Markovic (Jona, m.64); y Guardiola.

Goles: 1-0, M.8: Álvaro. 2-0, M.76: Álvaro.

Árbitro: Dámaso Arcediano Monescillo (Comité Castellano-Manchego). Amonestó con cartulina amarilla a los locales Villanueva y Bijker y a los visitantes Galán, Loureiro y Ramos.

Incidencias: partido de la vigésima segunda jornada de Segunda disputado en el estadio Ramón de Carranza ante 12.568 espectadores y con presencia de unos 300 aficionados cordobesistas.