Si ayer analizábamos los problemas defensivos del Córdoba y el cambio de sistema para intentar solventarlos (a un 1-5-3-2) y sobre el que aún tendrá que trabajar, y mucho, Luis Miguel Carrión, otra preocupación se ha extendido en la afición blanquiverde prácticamente desde el inicio del campeonato cuando, ya en la pretemporada, Oltra reconoció que había que cambiar la identidad del equipo ante la marcha de un hombre tan determinante como lo fue Florin Andone en la pasada campaña.

Deteniéndose en los fríos datos, y a pesar de no pocas críticas recibidas, Rodri Ríos lleva a estas alturas de temporada sólo tres goles menos que el rumano entonces, 11 había anotado Florin en la jornada 27 y ocho lleva el soriano, al que se le encargó la tarea, imposible, de hacer olvidar al pichichi blanquiverde de la 2015/16, traspasado al Deportivo por 4,7 millones de euros a cambio del 70% de su ficha.

Al paso de aquella jornada, el Córdoba tenía, además, a Xisco Jiménez con seis goles y a Raúl de Tomás con cuatro. Quizás ahí empiece uno de los claros desequilibrios ofensivos entre un Córdoba y otro. El actual, hasta hace dos jornadas, ha jugado con un delantero porque sólo tenía a dos en plantilla, Rodri y Piovaccari. De ahí que en el cambio de sistema, Carrión haya colocado a Juli como segundo punta para tener opciones desde el banquillo. Piovaccari ha anotado un solo gol en los 474 minutos que ha estado sobre el césped, por lo que la dupla atacante, tripleta si se quiere incluir a Juli ha transformado 12 goles en lo que se lleva de campaña, la mitad de lo anotado por el equipo. Hace un año, Florin, Xisco y De Tomás habían marcado 21.

Siendo importante la diferencia, no es sin embargo la que más llama la atención, porque se podía suponer y aceptar (a regañadientes) que aquella capacidad realizadora no iba a regresar. Llama aún más la atención, si cabe, la aportación del mediocampo. Hace una temporada, Fidel (7), Markovic (3), Pedro Ríos (3), Nando (1), Víctor Pérez (1) y Pineda (1) habían aportado en la jornada 27 16 goles al equipo. En la actual campaña, ese mediocampo, a través de Alfaro (3), Luso (1), Guille (1), Pedro Ríos, (1), Borja (1) y Javi Galán (1) ha aportado ocho goles al bagaje realizador del Córdoba. Es decir, exactamente la mitad. Solo se alivian levemente ambos datos por los tres goles que han anotado Caro (2) y Rodas, cuando la pasada campaña ningún zaguero anotó hasta la jornada 40, por medio de Cisma.

Se puede interpretar que en punta de ataque el Córdoba ha sufrido un descenso previsible con la marcha de Florin Andone y otro salvable, al dejar la plantilla con tan sólo dos delanteros (lo que, además, ha condicionado su sistema de juego), pero también que la aportación realizadora del mediocampo ha descendido el 50%, lo que denota claramente que este Córdoba tiene, en general, mucha menos llegada que aquél.

Esto ha provocado que en ocho de los 27 encuentros disputados, los blanquiverdes se hayan quedado sin ver puerta, mientras que en 15 han anotado un solo gol; de los cuatro restantes, en tres anotó dos goles y en uno, tres. Si en ésta campaña es el cuarto peor realizador con 24 tantos, hace un año el Córdoba era el cuarto mejor anotador en la jornada 27, con 37. Se había quedado en cinco partidos sin anotar, en 11 había marcado un gol, en siete partidos había anotado dos y en cuatro transformó tres goles en cada uno de ellos.

Así, el síndrome Florin ha ido acrecentándose, aunque la realidad es que la sensación que dejan los números y el juego del equipo es que no se han cubierto bien, por parte del club, los problemas deportivos que acarreaba desprenderse del poder de intimidación y anotador del rumano. El hoy jugador del Dépor había marcado el 29,7% de los goles de su equipo, mientras que Rodri es el autor del 33,3% del actual Córdoba. Y mientras que el mediocampo blanquiverde de hace un año anotaba más del 43% de los goles del equipo, el actual anota el 33,3%.

Por lo tanto, además de ese cambio de esquema obligado por lo reducido de la plantilla, otro error de bulto fue no prever con más jugadores la salida de un hombre como Fidel Chaves. Parece que este Córdoba estaba hecho a sufrir heridas por el descenso en el bagaje goleador del equipo con la marcha del rumano, pero la puntilla definitiva se la ha dado la caída en picado de la aportación del mediocampo.