Lo intentó el Córdoba en Reus el pasado sábado, ante un ambiente de los más extraños que se recuerdan en los últimos tiempos en Segunda, frente a un equipo, el rojinegro, al borde de la desaparición. Los reusenses le echaron casta y no le perdieron el pulso al partido. No bajaron los brazos y ello, unido al atenazamiento que frenó la capacidad de asociación de los jugadores del Córdoba, dio como resultado un encuentro poco vistoso, por momentos desesperante, con multitud de fallos por ambos equipos y sensación de falta de calidad.

Pero para centrar un análisis táctico de lo sucedido el domingo en el Municipal de Reus hay que quedarse con lo que sí sucedió. En primer lugar el Córdoba se puso por delante en el marcador, lo que no conseguía en Liga desde el 3 de noviembre, cuando se impuso por cuatro goles a dos al Extremadura. El Córdoba de Curro Torres es una escuadra menos pasional, más equilibrada, apela mucho más al rigor táctico pero no se suelta. La situación deportiva es decepcionante y verse cada semana en los puestos de descenso nubla la vista al más preciso. Aythami marcó en un remate a un córner botado por Sebas Moyano en el minuto 20 y el cielo parecía abierto. Por fin los blanquiverdes iban a gestionar una superioridad en el marcador. Pero duró poco la alegría. Diez minutos después Linares aprovechó el único fallo considerable de la defensa del Córdoba. El central Aythami se dejó ganar la espalda y el punta rojinegro no falló ante Abad. Empate a uno y vuelta a empezar.

EL NERVIOSISMO

Y a este Córdoba esa igualada ya le supone un mundo. Parece que la cabeza empieza a darle vueltas a sus jugadores, y el final de la primera parte y casi toda la segunda fue un recital de pases en corto fallados y balones en largo que se perdían en la nada, muy lejos del supuesto receptor. Incluso Carlos Abad arriesgó en exceso en un par de salidas y puso de los nervios a los 50 cordobesistas presentes en Reus y al resto que lo vio desde sus casas.

MÁS EQUILIBRADO

Pero también es cierto que este Córdoba de menos pulsiones y más rigor, menos tremendismo y más sosiego genera juego. A trancas y barrancas, con los déficits propios de mediocentros que no son los que mejor organización ni último pase tiene el técnico de Ahlen en la plantilla -Javi Lara y Álvaro Aguado pueden aportarle otra cosa a este equipo y se acercan más a lo que busca Curro Torres-. Pero con los mimbres que había el Córdoba no le perdió nunca la cara al partido, compitió, consiguió llegar en varias ocasiones al área rival sin arriesgar en largo…y ahí murió. Una vez consiguió generar de verdad peligro mediante una combinación coral, en una jugada mediada la primera parte que comenzó en la banda izquierda, fue prolongada por Loureiro al centro del área y Sebas Moyano, todo pundonor pero en ocasiones demasiado acelerado, controló mal y dejó la pelota franca para el portero local, Edgar Badia.

Le falta a este Córdoba recuperar a algunos lesionados. También necesita fichajes, especialmente un delantero que esté en el sitio, que aguante, que tire bien el desmarque y remate de forma decente. Tampoco vendría mal un mediapunta que de oxígeno a De las Cuevas, al que en Reus se le vio desubicado y llegando tarde a algunas acciones. Y necesita de ánimo, de ímpetu, de creer en sí mismo. Necesita de una victoria, tiene a un entrenador que trabaja bien la táctica y la disposición en el campo, ya no se mueve a arreones. Pero la calidad se paga, el gol vale caro y es necesario que lo poco que tenga la entidad presidida por Jesús León lo invierta en ataque. Para que el balón llegue arriba, se generen ocasiones, se filtren pases, se rematen centros y se anoten goles. Los únicos que dan puntos. Los únicos que salvan categorías.